El adiós de Claudio Ranieri, con quien empezó el gran Valencia

Hacía años que no sentía esa cercanía con él, por muchas cosas, pero eso, al final del camino, ha vuelto a su lugar

Toni Hernández | 28 MAY. 2024 | 00:05
Claudio Ranieri

Quería reconciliar mi espíritu con Claudio Ranieri. Sí, porque desde hace muchos le había cogido manía. Lo digo abiertamente, sin taparme, porque al final, lo que uno piensa, sin maldad, no tiene que esconderlo. Porque yo vi dos Ranieri en Valencia, el del 97 al 99 y luego el de la 2004/2005, que no se le parecía en nada, o al menos esa fue siempre mi impresión. Con el primero lloré como había soñado de niño.

Fueron tiempos complejos, mucho más de lo que parece ahora, pero aquella tarde de Sevilla en la final de Copa del Rey valió todo y más. Para mí siempre quedará el momento en el que él, Antenucci y Sassi me vieron en Mestalla el día después de aquel partido. Estaba sentado en un banco de madera puesto en medio del campo, superado por la emoción.

Los 3 me dieron un abrazo y el pequeño Sassi me dijo “il ragazzo sta piangendo”. Eso se me queda para siempre. Pero en 2004 era otra persona, quizá como defensa, quizá por la llegada, quizá porque nos conocía a todos. Pero ya no fue lo mismo. Y como se esperaba, salió mal. Me alegró de su Leicester, pero tampoco me emocioné, y seguí su carrera, como la de todos los que pasan por aquí.

Pero cuando vi las imágenes de su adiós el pasado viernes… Esa cara era la de Claudio Ranieri en la sala de prensa de Mestalla un sábado por la mañana de 1997, cuando Paco Roig le llamó Rinaldi, y sin saberlo, empezaba a forjarse el mejor Valencia de todos los tiempos. Sólo era una cosa mía, pero me alegra haberme reconciliado con mi pasado.