Quería reconciliar mi espíritu con Claudio Ranieri. Sí, porque desde hace muchos le había cogido manía. Lo digo abiertamente, sin taparme, porque al final, lo que uno piensa, sin maldad, no tiene que esconderlo. Porque yo vi dos Ranieri en Valencia, el del 97 al 99 y luego el de la 2004/2005, que no se le parecía en nada, o al menos esa fue siempre mi impresión. Con el primero lloré como había soñado de niño.