El Valencia de Bordalás que todos esperaban

Desde la salida de Marcelino el Valencia careció de personalidad, con Celades los resultados fueron aceptables al principio pero el efecto se diluyó en parte porque el técnico no supo ganarse a los pesos pesados del vestuario. La crisis de identidad se acentuó con Javi Gracia y una gestión más propia de enemigos que hicieron mucho daño al Valencia. La llegada de Bordalás fue aire de ilusión para una afición demasiado golpeada, pero lamentablemente las cosas en la cúpula del club no han cambiado demasiado aunque la situación no fue tan caótica como en el anterior cursos.

Y en esas estamos, con un Valencia que hace lo posible por sobrevivir y competir, y eso en este contexto ya es mucho. Lo curioso es que el Valencia de principio de temporada poco se parecía al que todos esperaban ver. Era un equipo que buscaba a los rivales y que sin hacer un juego vistoso tenía en Soler o Guedes referencias de talento. Las lesiones y la falta de amplitud de la plantilla dieron un baño de realidad. Sin embargo, a base de esfuerzo, solidaridad y convencimiento el equipo ha conseguido mantenerse a flote y es una evidencia que todos los rivales saben que es un conjunto incómodo al que es muy difícil ganar.

Se han juntado líneas, el Valencia es más agresivo y explota sus armas. Un juego que a entrenadores como Emery le hizo pasar una mala racha. Los resultados no son para que la euforia se dispare pero podemos decir que este Valencia ya es reconocible y empieza a tener un marcado sello Bordalás juegue quien juegue. Ahora es momento de mejorar en los mecanismos defensivos y tratar de proponer algo más ante rivales más débiles. Pero este equipo está en proceso de construcción y ahora se empieza a percibir una idea clara que quizá no enamore pero que se acerca a lo que tiene que ser el Valencia con las circunstancias actuales de economía de supervivencia.