Ranieri también hizo milagros en el Valencia

El Valencia vuelve al Camp Nou, escenario de uno de los partidos más espectaculares de la historia del club. Recordamos la remontada que dio la vuelta al mundo

Jose Hernández | 17 ABR. 2016 | 09:00

El Valencia vuelve al Camp Nou con el triste recuerdo de la última visita, pasará mucho tiempo hasta que los aficionados puedan borrar de su mente la noche más vergonzosa de la etapa Gary Neville. Tampoco en Can Barça olvidan uno de los encuentros más extraños y sorprendentes que sucedieron en la historia del feudo azulgrana. El 3-4 del 19 de enero de 1998 el fútbol volvió a demostrar que nada es imposible y que los milagros en el terreno de juego existen. 18 años después, uno de los grandes protagonistas de esa noche está a punto de consumar otra proeza inexplicable, la resurrección del Leicester de Claudio Ranieri tiene algún punto de conexión con el mágico Valencia que nació a partir de aquel partido jugado en el Camp Nou.

El primer Valencia de Ranieri

Claudio Ranieri logró hacer campeón al Valencia en solo dos años. El proceso no fue fácil, ya que en el camino tuvo que superar muchos obstáculos, finalmente consiguió imponer su filosofía de juego y trabajo, y lo que es más importante, hizo que el club volviera a la élite. Con Ranieri se sentaron las bases del gran Valencia de principio de siglo, un equipo muy distinto al que se encontró cuando llegó. La metamorfosis pasó en un primer momento por liquidar a Romario y Ortega, lo hizo con inteligencia y un punto de sarcasmo, controlando los tiempos para terminar ganando la pelea poco a poco.

El día de su presentación (tras el cese de Jorge Valdano), el presidente Francisco Roig le presentó como el "señor Rinaldi", un despiste que también pasó a la historia. Roig tenía dudas entre Ranieri y Artur Jorge, pero el italiano terminó convenciéndole en una reunión mantenida en Roma.Ya esa tarde dejó señales de lo que sería su paso por la liga española y la ambigüedad de sus palabras: "Romario es el mejor jugador del mundo, pero la Fiorentina tuvo a Batistuta y terminó bajando a segunda (...) El Valencia debe llegar a la altura del Real Madrid o el Barcelona, esa es mi filosofía. Hace falta mucho trabajo y conseguir una mezcla entre la calidad de los jugadores y el carácter". Palabras que evocan mucho a la seguridad que demostró al hacerse cargo del Leicester City al comienzo de esta campaña y que plasmó en una carta.


Los resultados fueron muy irregulares en el primer tercio de la temporada, pero el técnico ya había comenzado a elaborar su plan. Libró un combate personal con Romario, al que seguía alabando en público y encomendando misiones en el campo que al brasileño le desesperaban. Tras un encuentro ante el Real Zaragoza el delantero afirmó: "No he corrido tanto en mi vida, me tiemblan las piernas". Ranieri sabía que Romario no aguantaría el ritmo y pediría salir del equipo tan pronto como fuera posible. Por eso no le importaba que el talentoso delantero siguiera marcando goles mientras alternaba noches de baile y fiesta; Ranieri quería un equipo competitivo y trabajador, y para conseguirlo estaba convencido de que debía prescindir del hombre más díscolo del vestuario.

Uno de los puntos clave llegó en la semana en la que el Valencia debía enfrentarse al Real Oviedo. Romario fue cazado a las 4 de la mañana en una discoteca valenciana y posteriormente se le preguntó por ello: ¿No le parece una falta de respeto a los compañeros? - Los compañeros que se jodan (respondió el brasileño). Ese domingo Romario fue titular, marcó el primer gol del partido y se abrazó a Ranieri. El italiano mostró la mejor de sus sonrisas pero minutos después, impasible, le sustituyó y cumplió la venganza que seguro preparaba desde días atrás. Romario se sintió tan dolido que se marchó a casa sin esperar a que terminara el encuentro.


Romario se fue del Valencia, también el presidente Paco Roig y pronto le tocaría el turno a Ortega, el proyecto del Valencia se venía abajo como un castillo de naipes. Ranieri caía bien a la afición, sus chascarrillos en rueda de prensa eran bien acogidos, pero hasta el mes de enero de 1998 el equipo fue casi un esperpento. Cuando llegó al Camp Nou en la jornada 21 rozaba los puestos de descenso (solo dos puntos por encima) y Ariel Ortega también meditaba su salida ya que estuvo casi un mes apartado por el técnico. Al italiano le costó siete meses más librarse de Ortega, pero ya había comenzado a formar un bloque en el que el ex de River no tenía sitio. Ranieri sacó del ostracismo a Mendieta y confió la suerte del equipo a los pelotazos que el Piojo López recibía. Sabía que tenía diamantes ideales para desarrollar su estilo de juego.

Vio en la veteranía de Carboni, Angloma o Milla, los hombres perfectos para transmitir al resto de compañeros su idea de jerarquía táctica y sometimiento al contrario en el contragolpe. No le preocupaba que el equipo no jugara "bonito" y tampoco escondía sus cartas: "Jugamos al pelotazo, debemos ser una máquina de guerra, ir allí y matarlos", eran algunas de sus contundentes cartas de presentación. A ese equipo se incorporó Adrian Ilie, uno de los fichajes de invierno más exitosos de la historia de la liga (Ranieri comparó hace pocas fechas al Vardy del Leicester actual con un caballo fantástico, el mote de Ilie "La cobra", nació la misma semana de la remontada en Barcelona tras un gran partido del rumano ante el Racing de Santander, y fue otra de las metáforas de Ranieri que caló). Pero como decimos, hubo un antes y un después de ese 19 de enero en el Camp Nou. Barça y Valencia habían jugado cuatro días antes en el mismo escenario en la copa, el Barça ganó 2-1, razón de más para que pocos creyeran en una victoria valencianista.


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La remontada que lo cambió todo

La formación barcelonista daba auténtico miedo esa noche, con Guardiola, De la Peña, Luis Enrique o Rivaldo como puntas de lanza. El ambiente era frío ya que el estadio presentó media entrada. Aquellos partidos de lunes por la noche televisados en directo por Antena 3 no invitaban a acercarse al estadio y tampoco el Valencia tenía un gran cartel, los aficionados azulgrana esperaban una victoria fácil. El guión se cumplió durante 70 minutos y el Barça se colocó con un cómodo 3-0. Aquel partido parecía tener el mismo patrón que la mayoría de visitas valencianistas al Camp Nou durante esos años. Cuando no era una genialidad de Laudrup llegaba Stoichkov, e incluso Ronaldo sentenció un partido en 1996-97 ante la pasividad e indolencia de la defensa valenciana. En Can Barça el Valencia se hacía muy pequeño...pero en 20 minutos todo cambió.

Guillermo Moriggi acortó distancias y cuatro minutos más tarde, una galopada de Juanfran terminó con un centro que el Piojo López cabeceó a la red. Las caras del banquillo culé, con Louis van Gaal a la cabeza, comenzaban a mostrar signos de preocupación. Fue la primera picadura del delantero argentino a las entrañas del Barça, en los siguientes años se convertiría en la gran bestia negra de Van Gaal tanto en liga como en copa y Champions. Ranieri alentaba en el banquillo y el Valencia buscaba el empate con todo, hasta utilizó a Ariel Ortega en el segundo tiempo. El italiano sabía que un mal resultado podía ponerle en la cuerda floja, pero a falta de pocos minutos comenzó a ver señales reales de remontada. Al Barça ya le había ocurrido en jornadas anteriores, pero ninguna fue tan dolorosa como la de ese día.

A falta de dos minutos llegó el milagro. El Piojo Lopez enganchó una volea desde fuera del área y Hesp no pudo evitar el gol del empate. El 3-3 colmaba por completo las aspiraciones de ese Valencia, pero lo más surrealista estaba a punto de llegar. El Barça sacó de centro con el tiempo cumplido y Ariel Ortega se hizo con la pelota. Inició una galopada en solitario que finalizó con una definición llena de clase, el Valencia terminaba de colocarse 3-4 y había conseguido que miles de valencianistas estallaran en sus hogares por lo que estaban viendo a través de la televisión.

Ranieri celebró el gol a lo grande al igual que el Burrito, quien fue expulsado al ver tarjeta amarilla tras quitarse la camiseta en pleno éxtasis. La remontada dio la vuelta al mundo y se convirtió en tema de debate, incluso el entonces presidente del gobierno, José María Aznar (madridista declarado), bromeó con el resultado en una aparición pública al ofrecer un pañuelo a un periodista de La Vanguardia. El Valencia comenzó a carburar a partir de ese momento, gestando lo que sería en poco tiempo el comienzo de la época dorada de títulos y finales. Cada vez que el Valencia vuelve al Camp Nou aquella cita se recuerda, el milagro de los hombres de Ranieri.El general romano que tantas batallas tuvo que librar a lo largo de su carrera está a punto de volver a hacer historia. Ranieri conoció al Chinaglia de los setenta (con el que llegó a realizar apuestas en partidos amateurs nocturnos), al Valencia sin títulos de los noventa y a la Grecia en crisis de la última etapa. Heroica su historia y su Leicester.