La línea era positiva, los resultados despertaron ilusión y en cierta manera nublaron la realidad. Incluso los jugadores se contagiaron de la euforia aunque tampoco se les puede acusar de falta de intensidad y motivación. Más bien la presión atenazó a la plantilla porque a pesar de que pueden competir ante cualquiera la juventud es un factor que en partidos a cara de perro juega un papel clave.