Quique Sánchez Flores, el Valencia y cierto punto de injusticia
Cuando me planteo la visión sobre su figura en este club, creo que algunos enfoques podrían haber sido distintos... con mi edad

“Me hice del Valencia desde muy pequeño porque Sara (mujer de Di Stefano), que era la madrina de mi hermano, cuando Alfredo entrenaba al Valencia, no paraba de mandarnos bufandas, balones firmados por la plantilla, camisetas, y me entregué al club”. Las palabras son de Quique Sánchez Flores en una entrevista al magazín Jotdown. Sé que son sinceras, que no hay postureo ni tampoco exageración, aunque Quique y yo hayamos estado casi siempre en las antípodas del pensamiento.
Reconozco que siempre le he mirado de una forma que no me terminaba, quizá porque no lo he conocido del todo, quizá porque siempre, los dos, hemos puesto por delante otras cosas por encima de las que nos podían unir. Fui muy duro con él cuando era entrenador del equipo, mucho, y en el enfrentamiento con Carboni, que fue el principio del fin de muchas cosas, me posicioné con Amedeo.
Todo salió mal, porque posiblemente todo se hizo mal, y un enorme Valencia saltó por los aires, curiosamente para terminar siendo campeón de Copa, porque lo que había en el césped era brutal, con varios futuros campeones del mundo con España. Creo que Quique merecía una segunda oportunidad en el banquillo de Mestalla, con sus cosas buenas y sus cosas malas, porque como Baraja, a su modo (igual que cada uno de nosotros), es valencianista hasta la médula, y en los tiempos que corren desde 2019, el sentimiento es algo que da un plus que hace mucha falta.
Leí la entrevista con calma, y me dieron ganas de llamarlo, aunque no lo hice. Lo he dicho más de una vez, y lo repito de nuevo. Si pudiéramos ir para atrás en el tiempo creo que intentaría comprenderlo un poco mejor, y aunque no sé si lo conseguiría, que todos tensamos mucho la cuerda en aquel entonces, lo mínimo, siempre, es intentarlo.