Y Rubén Baraja intentando hablar de fútbol en Valencia

Nadie va a ayudar a Baraja a hablar de fútbol en Valencia. El entrenador lo tiene asumido, porque él mismo forma parte del entorno, pero no por ello se va a rendir ni bajar los brazos al respecto. Como cualquier valencianista, está al tanto de todo lo que pasa, de lo que se dice, de los temas que ocupan la actualidad del club. Y tiene su opinión, como todos, y si le apetece la dirá de forma pública, y sino, como haría yo, me la guardaría y sólo me centraría en el partido del Cádiz, que al final es lo que nos va a dar de comer a todos, por mucho que lo hagamos de menos por mil y un motivos.

Entre todos estamos contribuyendo a la formación de la tormenta perfecta, esa que podría conseguir que todo volase por los aires. Y lo escribo en condicional porque sé que no lo permitiríamos cuando lo viéramos encima, pero lo triste es que hasta que no fuera así, no reaccionaríamos. Para mí el fútbol sigue siendo el motor de todo, lo que de verdad tiene importancia en el Valencia. Porque ganar es lo que me hace feliz, y perder es lo que no puedo soportar.

Me pongo en la piel de Rubén, por supuesto que lo hago, y es que tiene para volverse loco entre unos y otros. No se le ficha todo lo que hace falta, se le ponen bombas a cuenta de otras guerras, el equipo nunca es lo más importante y sólo hay tiempo para guerras, intereses y batallas. Me niego a no ayudarle, no me entra en la cabeza, no puedo entender cómo es posible que alguien pueda siquiera valorar un escenario como ese. El gran problema es que no sé cómo darle la vuelta a esa dinámica, y es porque quizá no hay solución, lo que complica las cosas mucho más aún.