Honor a miles de valencianistas: de una final a Elche, pero con el escudo en el pecho

El futuro del Valencia es de los muchos jóvenes que van a viajar a Elche. En su momento en la historia de este club, como antes lo tuvimos otras generaciones. Ahora les toca a ellos vivir estos partidos en primera persona, lo mismo que cuando vuelvan las finales, que volverán, claro que volverán. Es tiempo de la militancia de gente que ha cogido el testigo en uno de los peores momentos de nuestra historia, aunque nadie elige cuándo nace, pero sí cómo se comporta ante lo que tiene delante de sí.

En ese viaje al Martínez Valero, lo mismo que a Almería hace unas semanas o los que quedan de aquí y hasta el final, se va a forjar algo muy grande, y eterno, que será lo que luego le cuenten a sus hijos para el siguiente relevo generacional, que se dará, pues claro que se dará, porque siempre se da. Me pongo en su piel y la verdad es que me entran unas ganas de coger el coche e irme que no son normales, pero esas fuerzas las guardo para cuando me toque con mi hija, que también le llegará el momento.

El valencianismo, el sentimiento, no sufre ninguna crisis de identidad, no hay desidia ni distanciamiento. No se puede ni se debe confundir el tener un gestor que parece el enemigo con que no seamos de nuestro equipo, porque no tiene nada que ver, aunque pueda ayudar a dar un par de paladas más al relato. En estos autobuses y en esos coches hemos viajado todos alguna vez, a mil sitios, mil partidos, con las mismas ilusiones y los mismos miedos. Y no, no siempre fue a finales, que algunos estuvimos en Sarriá o en el Nou Camp en 1986 y volvimos llorando, pero valencianistas para toda la vida.