Diario de una final de Copa del Rey del Valencia, III

Empieza la marcha hacia Sevilla, con la maleta cargada de camisetas y de toda la ilusión del mundo, porque así es como debe ser

Toni Hernández | 22 ABR. 2022 | 00:01
Copa del Rey

Nos vamos a Sevilla, camino de la final de la Copa del Rey. Somos un grupo de 15 amigos, que ya se nos quedó pendiente todo eme 2019, pero que este año no hemos fallado. No todos tenemos entradas, pero vamos a ir igual, porque una final es una final, hay que vivirla, y eso no tiene precio. Llevamos varios niños, y creo que, aunque no lo hemos hablado entre nosotros, esa es la máxima ilusión que tenemos de cara a este partido. Me apetece coger la carretera y cruzarnos con valencianistas que también irán camino de la capital andaluza. Parece que nos puede llover, eso dicen las previsiones, pero después de las fallas que hemos pasado (todos los que vamos somos falleros), ya puede caer ya, que nos va a dar exactamente lo mismo.

Las maletas andan cargadas de camisetas, de varios colores y de diversos años, y para ir de camino he decidido que conduzca el Pipo, y creo que no he podido elegir mejor. La que me regaló Rubén cuando se retiró, tiene ya 12 largos años, es la primera que me enfundo rumbo a Sevilla. Espero que nos dé también su sentido común y su fuerza. Por cierto, si un día podéis, hablad del Valencia con Baraja. Cuando usa la primera persona del plural, nosotros, es una de esas cosas que te reconforta con el fútbol, vaya que si lo hace, y de qué forma. Pero como tantas cosas, esa es otra historia. Llegaremos para comer, a la hora que sea, y la idea es salir a presumir de valencianismo por la ciudad en cuanto lo hayamos hecho. Los nervios van creciendo, da igual los años que tengas y las veces que hayas vivido partidos como estos.

Hay que escuchar mucho a los niños, hay que hacer que sean el centro de todo, que no se pierdan nada y que vayan a todo, porque tienen que saber lo que es. No sé cuándo volveremos a una de estas, siempre he tenido ese pensamiento en cada final, y por eso, todo lo que no sea vivirla al máxima es una pérdida de tiempo y una estupidez. Vamos llegando todos a Sevilla, poco a poco (por favor, cuidado con la carretera por encima de todo), y la ciudad se va tiñendo de valencianismo, porque los que vienen de fuera siempre hacen más ruido. Olor a pólvora, jaleo del bueno en la calle… 24 horas para un partido que puede cambiar nuestra historia más de lo que ninguno de nosotros hubiera soñado nunca.