Extremos en el análisis del juego del Valencia

El equipo de Bordalás firmó un mal partido ante el Rayo pero este encuentro no puede tapar una reacción que ha existido

Jose Hernández | 13 ABR. 2022 | 08:00
Bordalás

El Valencia CF siempre fue un club de extremos en todo, existen pocas aficiones con tanto apego al club pero al mismo tiempo en ocasiones el amor se convierte en una bomba arrojadiza por las pasiones encontradas. Ahora se está viviendo con más intensidad que nunca, ya que si bien es cierto que existe mucha ilusión por volver a ser campeón, también se respira un clima casi insoportable con las batallas del entorno. El empate ante el Rayo ha vuelto a situar el optimismo y la ilusión bajo mínimos y esta es una manera demasiado catastrofista de analizar el presente.

El Valencia tiene una plantilla limitada y un entrenador cuyo estilo no sorprende a nadie. Hay que reconocerle el trabajo y sobre todo el hecho de que se haya visto una evolución caminando hacia su idea. El objetivo de Bordalás era frenar la sangría defensiva y eso ha llevado al Valencia a una final y a mantener opciones europeas (algo es algo en tiempos de trinchera y economía de mínimos). Cuando hablamos de extremismos nos referimos a que en las anteriores semanas gran parte de la afición se mostraba contenta e incluso orgullosa de la imagen del Valencia. "Equipo Bronco y copero", "La Bordaleta", "El fútbol Champagne" o el juego de palabras con el "Puto Valencia" eran frases que se podían leer de manera habitual en las redes cuando el equipo fue capaz de sacar sus partidos con un fútbol poco vistoso pero efectivo.

No era bueno llevarse a engaño pensando que el Valencia iba a ser a partir de ese momento una máquina demoledora, y de la misma forma tampoco es razonable tirar todo el optimismo por la borda tras un encuentro en el que el equipo estuvo muy por debajo de lo que puede dar. Los extremismos no son buenos y solo hacen que cargar de presión al equipo de cara a la final de la semana que viene.