El maratón contado por un señor de 47 años y qué grande es ser del Valencia

No hay palabras para explicar tantas sensaciones, pero tengo claro que debemos valorar nuestra ciudad, nuestro equipo y esta prueba, una de las mejores del mundo

Toni Hernández | 06 DIC. 2021 | 10:43
Maratón de Valencia 2021

He terminado mi tercer maratón de Valencia. En el que más he sufrido y disfrutado, en el que he hecho mi mejor marca y he podido mejorar casi 40 minutos la que hice en 2019. Esas son las cosas que los runners, que no somos gente más rara que otra, aunque vayamos corriendo como locos, sin que nos persigan y sin que haya un balón de por medio, valoramos en cierta medida con esta prueba extrema. Pero supongo que con los años, o eso al menos me ha pasado a mí, aprendes a saborear otros aspectos, a vivir cada uno de esos 42,195 kilómetros de un modo especial, diferente. Fui, como siempre, con mi camiseta del Valencia de la Senyera. No sé decir cuántos “Amunt” pude escuchar en esas tres horas y veinticinco minutos, de mayores y de pequeños (con cada nano que lo decía sentía que estamos más vivos que nunca). Lo grande que es ser del Valencia, en la esencia, sin más. Supongo que te pasan tantas cosas por la cabeza, y sufres tanto, que me llegó a emocionar en alguna de las veces. Porque somos de nuestro equipo, porque vemos el escudo y no entendemos de nada que no sea amor y sentimiento. El público anima a cada corredor, pero desde luego, si llevas una camiseta del Valencia, lo hace más aún, eso es así.

Disfrutar de mi ciudad. Recorrerla por las calles como cuando son fallas y puedes ir en el sentido contrario al tráfico habitual de cada día. La emoción de pasar por la fachada de Mestalla en la Avenida Aragón, y ver que te hacen una foto que ya me la guardo para siempre. Encontrarme con Fernando Giner aplaudiendo en una calle apartada, con mi querido Juan Vicente Muñoz de Morales lo mismo, José María Chiquillo igual. Y mis amigos de Caira, que no saben nada de fútbol pero son los valores de compañerismo y amistad. Salir con mi Ricardo Gimeno, el jefe de la UCI de la Nueva Fe, y no hablar del bicho ni 5 segundos, pero “Toni, que se vacune todo el mundo y au”. Encontrarme con mi mujer y con mi hija en un kilómetro que no esperabas porque te daban una sorpresa y empezar a llorar cuando les das un beso.

Que un italiano, valenciano para siempre, mi querido Riccardo Zanni, haga el esfuerzo de acompañarte varios kilómetros con el cuello hecho polvo. Pasar por San Vicente y contar con el aplauso de mis amigos Ana y Carlos, con sus hijas. Darle un abrazo a mi amigo Quique en el 15 y verlo en todas partes después. Que Chelo y Sara se recorran varias puntos de la carrera para aplaudir. A Pato, dando gritos de alegría. Que mi mujer, mi hija y mi suegra estén ahí, a falta de 1 km para meta, por tercera vez, para darte el último beso. Ver a cientos de valencianistas por toda la carrera, y que recuerdes muchas anécdotas en muchas calles donde ahora no pasas porque tu vida es otra. Que los "foragidos" de Miami te feliciten como si hubieran corrido ellos, lo mismo que los grandes de JPS, esa liga de comunio que pienso ganar este año. Lola y Pepemi preguntando cómo ha ido y pendientes, lo mismo que tanta gente de mi falla, esa otra familia que eliges y se alegraban tanto como yo. Mensajes y llamadas de todas las formas posibles. Mis Duna Blanca, otra familia maravillosa que nos ha regalado la vida, dando ánimos desde primera hora de la mañana. Fede, Silvia, Toni, Pía, Álvaro, Cris, Juanjo y Esther. Y Carlos, Manuel (otro gran runner), Jose, Ramón, que también llamaban.

No sé cuántas fotos de gente que no conozco me han llegado desde un montón de sitios conmigo pasando. Hasta escuché más de una vez eso de “a ver qué cuentas mañana en la radio”, cuando llevo 10 años retirado. Pero este año me había propuesto disfrutar como nunca, quizá como si fuera la última vez, y lo conseguí. Llegar a la calle Colón y saber que ya lo tienes, con amigos y conocidos a ambos lados de las vallas. Y cruzar la meta celebrándolo como si hubieras marcado un gol en Mestalla con el campo abarrotado. Y esos últimos metros, en la alfombra azul, que fueron maravillosos, sin palabras. Tenemos una ciudad increíble, que valoramos muy poco. Tenemos uno de los mejores maratones del mundo, que es algo que tampoco ponemos en valor lo que debiéramos, y mil gracias Juan Roig por ello. Y tenemos un equipo que nos une por encima de cualquier otra cosa. No lo olvidemos nunca.