El Valencia y la ciudad de Valencia, sus genios y sus botarates

Vivimos en una ciudad especial, donde hay un club que es el reflejo de la sociedad que formamos, y que tiene mucho iluminado a su alrededor

Toni Hernández | 15 DIC. 2015 | 12:17

Con 41 años, y más de 20 en la profesión de contar cosas, la gran mayoría de veces en torno al Valencia CF, para que algo me sorprenda tiene que ser realmente extraño, raro, rompedor, o simplemente, muy absurdo, porque en el universo valencianista las cartas están marcadas desde hace muchos años, todos sabemos de qué pie cojeamos, y cojean, y nadie engaña a nadie, aunque muchos lo sigan intentando.

El Valencia de la SAD ha sido convulso, conflictivo, destructivo, y en sus ratos libres, el mejor deportivamente de toda la historia. Esas contradicciones que se dan en esta ciudad de forma constante. Una ciudad en la todo el mundo lo sabe todo, cuando ya ha pasado, en la que todo el mundo te iba a ayudar, cuando no hay remedio, y en la que todo el mundo tiene la solución perfecta, “pero no la cuento porque no quieren que esté dentro, y como yo quiero mucho al Valencia, y me rasgo las vestiduras y me doy golpes en el pecho, o me pagan, o que le den”. Vamos, lo de toda la vida.

La venta del club dejó muchos muertos y heridos por el camino. También lo habitual en esta tierra. Salvo se quemó, quizá porque no había más remedio, y el Valencia perdió alguien, al menos de momento, que podía haber aglutinado más que dividido. Algo que tampoco se deja hacer con facilidad en esta tierra, porque aunque el himno dice “tots a una veu”, aquí somos más del “divide y vencerás”.

Y como todo va por barrios, si estoy aliado con el poder, mean colonia, y si no, no saben hacer la O con un canuto. Aquí medias tintas no hay ninguna, y aunque hay cobardes que tratan de disimular, como he dicho antes, todos sabemos de qué palo vamos todos, y engañar, a estas alturas, al que se deja, y poco.

Después de la Junta del viernes he escuchado, leído y visto muchas cosas. Todas siempre desde el prisma de “mi grupo”, no desde el bien común y general, que debía ser lo lógico. Quien se ha quedado fuera del Valencia, algunos más que otros, hablan desde el rencor por no estar, lo suyo era mejor, pero a la hora de la verdad, cuando había que ponerlos, avalarlos, o por lo menos dar una señal, nada de nada. Pero ya sabéis, a cojón visto, macho seguro… “la meua oferta era millor”. Vale, si, venga, de acuerdo.

Esto es tan fácil como sacar la oferta, hacérsela a Lim, decirle, “Peter, gracias por todo, pero ahora lo vamos a llevar nosotros; toma este dinero y nos quedamos nosotros el Valencia que lo vamos a llevar al cielo”. Si, ya se ha terminado la película de ciencia ficción y se han encendido las luces. La burguesía valenciana, esa raza… Luego alguno critica a Juan Roig, que hace falta tener cuajo, cuando es el único, en la provincia de Valencia, que se deja la pasta, su pasta, se hace pocas fotos, o ninguna, y sigue poniendo y poniendo. ¿Hay de verdad muchos de esos? NO, NO y NO.

Ser valenciano y de Valencia es un orgullo, pero no un salvoconducto para hacer lo que se quiera. Y menos para querer mandar en los sitios sin poner ni uno, algo que es muy nuestro. Estoy escaldado, y alguno puede pensar que resentido, y en parte es cierto, con un sector del empresariado valenciano, ese que todo lo sabe y lo arregla, ese que “si me hubieras llamado antes….”, ese que raja ahora “del chino”, pero que no ha tenido bemoles ni millones para ponerse delante de él. Esperando siempre el error del contrario, pero jamás en sus tristes vidas teniendo una sola idea que valga la pena. Seguiremos informando, y rajando.