La era Gourlay arranca con mayor exigencia
El Valencia quiere estabilidad y crecimiento sin hipotecar el futuro. Corberán y el nuevo CEO definen un plan que pide paciencia y precisión

El Valencia CF ha entrado en una fase decisiva del verano. Con Ron Gourlay ya instalado en la ciudad, comienza el verdadero trabajo de construcción. Y no es exagerado decir que los próximos días marcarán buena parte del curso. El nuevo CEO llega con experiencia, con perfil ejecutivo claro, pero sobre todo con la misión de dar un giro al proyecto. El objetivo es ambicioso: volver a competir por Europa.
La dirección deportiva ya ha trazado líneas maestras: renovar a los pilares jóvenes, cubrir salidas clave como la de Mamardashvili (esta cuestión ya está cerrada) y probablemente la de Mosquera, y completar el once con incorporaciones que eleven el nivel sin desequilibrar el presupuesto. El margen económico es limitado, pero hay voluntad de actuar con sentido. Y Gourlay ha insistido en una idea: construir un equipo reconocible, que pueda crecer sin desmontarse cada verano y que su experiencia en el mundo del fútbol pueda ayudar.
Por ahora, las primeras operaciones reflejan esa línea pero queda muchísimo por hacer: una cesión con potencial como la de Agirrezabala, la continuidad de Foulquier por petición expresa del entrenador, y negociaciones abiertas con jugadores que no rompen el techo salarial. No hay movimientos espectaculares, pero sí pasos con intención. El club quiere dejar atrás la improvisación.
Carlos Corberán juega un papel central en este proceso. Está involucrado en cada decisión, ha pedido perfiles específicos y quiere tener cuanto antes la base del equipo. Para ello, las renovaciones de jugadores como Guerra, Tárrega o Diego López son prioritarias. Se está trabajando desde una idea clara, con una estructura más definida. El reto de Gourlay es doble: convencer al vestuario de que hay plan… y al aficionado de que hay futuro.