Rubén Baraja, el Valencia y esta maldita tragedia
El entrenador está ante una situación totalmente desconocida, con el equipo último, la ciudad de luto y un enorme reto por delante
Rubén Baraja siempre soñó con ser entrenador del Valencia, aunque lleva cerca de dos años que son casi más pesadilla. Y sí, el pasado fue bueno, muy bueno para la materia prima que había, pero el final deslució todo el trabajo hecho, y lo que llevamos de este curso ha hecho que casi ni existiera, porque nadie se acuerda, nadie lo pone en valor, y ahora ya se habla hasta de casualidad o suerte, cuando realmente fue un trabajo.
Ahora no sólo tiene a una plantilla de niños con carencias, que encima está soportando el peso de un histórico en sus horas más bajas, sino que tiene que chavales que han perdido su casa, la de sus padres, o que tienen amigos y familiares que han pasado por lo mismo. Y además, saben que son la forma en la que muchos nos sentimos representados siempre, y más ahora, en estos tiempos tan duros que nos está tocando vivir.
El reto es aún mayor, si es que eso era posible, pero ahora tiene un arma con la que antes no contaba: el orgullo de todo un pueblo, empezando por ellos mismos, que sólo tiene ganas de dar y generar fuerza, mucha fuerza. Hay que canalizarlo todo, que no va a ser fácil, nada fácil, y ese es el gran reto del Pipo. Un Pipo que, como todos, también está pasando malos momentos, y tiene las mismas ganas que cualquiera de nosotros.