La figura de Rubén Baraja en el Valencia, hoy
Estamos cayendo en un paternalismo que es absurdo, exigiendo cabezas cortadas en bandeja de plata, y hablando de "si esto fuera normal"
"El Valencia debe echar a Baraja para salir del pozo". La frase, más o menos literal, se repite una y otra vez, cada semana con más fuerza, porque el fútbol es ganar, y cuando no lo haces, pasa esto. No puede sorprender a nadie, y tampoco al Pipo, ya podemos estar seguros. "Él ya sabía dónde se metía, y ahora tiene que apechugar". Es otra de las frases que más se perciben en estos lares. Y por supuesto, el "no jugamos a nada, el equipo no está trabajado y encima dan muchos días libres".
No entro en las opiniones de cada uno, porque son eso, de cada uno, y tampoco me apetece dar mucho la mía, porque si lo hago en la misma medida que todos, me voy a generar más enemigos aún, y a cuenta de algo que no va a rentar a nadie. Sólo me fijo en cómo son las cosas, y cómo son las personas, y en lo que todo cambia en unos pocos meses, en apenas unas semanas. Y que eso, de ninguna manera, puede ser bueno.
Si el Valencia no hubiera renovado al Pipo habríamos puesto el grito en el cielo. Lo renueva y es que ahora se aferra a su contrato (como si estuviera aquí por dinero, por el amor de Dios). Resulta que él ya sabía lo que había pero no lo fichan a nadie y tenemos las mismas carencias, o más, que el año pasado. Sí, elige a Mir y todo sale mal, al menos hasta ahora, y opta por Dani Gómez o la nada. Si queremos ponerlo en su debe, adelante, me parece correcto.
El problema de base, más allá de que Rubén más o menos acertado, porque es obvio que no está dando con la tecla, es que la 22/23 fue un milagro el no bajar, y el año pasado, la 23/24, fue igualmente un milagro quedarse fuera de Europa en la jornada 36. Y más allá de cualquier otra cosa, sí, lo normal en el fútbol es cargarse al entrenador. Pero haciéndolo, seguirías teniendo centrales de 20 años, te faltarían medio centros, algún delantero con gol, y un par de años de media en el global de la plantilla. Eso sí, el paternalismo de "no le insultemos que es el Pipo", siempre por delante, y siempre después de haberle dicho lo más grande.