No entendemos el Valencia que somos, y eso es un desastre

Hay que saber dónde estamos, lo que significa que nos guste, pero es que no se puede vivir ni en la ignorancia ni el utopía

Toni Hernández | 22 JUL. 2024 | 00:03
Mestalla

O comprendemos el Valencia que somos, o tenemos más problemas aún. La temporada pasada fue buena a nivel deportivo. Porque en agosto éramos candidatos al descenso, porque no hubo todos los fichajes necesarios que aumentaran el nivel, porque hemos tenido mil lesiones y una plantilla corta e inexperta. Ese noveno puesto, que en la historia global del club es mediocre, es oro puro en este contexto que estamos describiendo. Podemos no verlo así, que sé que se hace, pero una cosa es eso y otra muy distinta lo que marque la tozuda realidad.

Lo que viene es una incógnita, al menos hasta que en Singapur se decidan a dar las directrices finales sobre varias decisiones vertebrales. Y no sólo hablo de fichajes y traspasos sino también de algo que va a marcar el futuro en todos los sentidos, y que no es otra cosa que el Nuevo Mestalla. Que entre la primera excavadora será un giro radical, un golpe de efecto que hará moverse los cimientos del entorno y que dará el primer paso hacia un club nuevo, y que necesitamos.

Por lo que sé, y realmente no sé gran cosa, van a pasar cosas importantes en los próximos días. ¿El qué exactamente? No lo sé, esa es la verdad. Y confieso que tampoco lo he preguntado. Porque lo importante no es que se anuncie que va a suceder nada sino que realmente suceda. Que pasemos de la fase de las palabras a la de los hechos. Va a ser algo muy importante, pero en qué sentido… no puedo contar más, porque me lo estaría inventando.

Lo que tiene que venir es una apuesta clara por el proyecto deportivo, que, junto a las cuestiones estructurales, son la esencia de un club de fútbol profesional. Podemos traspasar jugadores, “para poder crecer hay que vender”, decía Mateu Alemany, pero se debe tener claro lo que ha de venir, que no es poco y ha de ser de nivel. No podemos seguir vagando por la mediocridad en la que nos movemos desde 2019. Este club y esta afición no se merecen estar ahí.

Baraja sabe lo que quiere, y cómo lo quiere. Y sabe dónde está. No se va a sorprender ahora ni a llevarse a engaño. No quiere salidas, claro, pero las entiende necesarias para que haya llegadas. Lo segundo, con lo primero, no sería problema, por supuesto. Pero lo primero sin lo segundo… sí. Y mucho. Y en tal caso sus amigos, y me pongo el primero, le diremos que no, que con eso no se puede; aunque su amor por el Valencia, ya lo hemos visto, pueda con muchas cosas que parecen imposibles.

Y luego estamos nosotros, los aficionados. El llamado entorno. Se ha hecho de todo, desde manifestaciones hasta vaciados del campo, minutos 19, carteles amarillos, ruido social en todas partes para intentar menguar el prestigio mundial de Lim. No voy a entrar en las conclusiones, en lo que se ha conseguido, porque ese es un charco que no quiero pisar. Pero lo cierto es que no veo un Valencia muy distinto hoy al que teníamos en 2019, después de las salidas de Mateu y Marcelino.

La guerra, por llamarlo así, se ha de disputar de otro modo. Parece que no queremos entender que esto va de dinero, de mucho dinero, que no tenemos, y que debemos conseguir que alguien se siente atraído por este Valencia. Debemos lograr que este club tenga valor más allá del sentimental. Y eso pasa por donde pasa, y no pasa por donde no pasa. Esto es algo que no podemos negar, por más rabia que nos pueda generar, por más que duela. Pese a quien le pese, el bien general debe primar sobre el particular.