Cuando el fútbol te deja caprichos que nadie espera

“El Valencia está a años luz del Villarreal”. La frase, más o menos literal, la hemos escuchado o leído muchas veces en los últimos tiempos. Para ponernos todos en contexto, dejaré claro que soy un admirador de Fernando Roig, padre e hijo, y por supuesto nunca dejará de serlo de don José Manuel Llaneza, que en paz descanse.

Lo que se ha hecho allí es gigante, no hace falta que yo lo diga, y que en algún momento nos hayan llegado a pasar, habla bien de ellos. Aquí el problema viene cuando la comparación se ha buscado simplemente para hacer daño, para cargar contra el club, a cuenta siempre de la guerra contra la propiedad, porque alguno se ha excedido y ha terminado dando la sensación de que su color era el amarillo, cuando se supone que era blanquinegro.

Esas cosas que pasan en nuestra ciudad, no le quiero dar más vueltas que esas. Y partiendo ellos de un gran momento, y nosotros del peor de la historia, lo cierto es que la sensación, más allá de la evidencia de los puntos, es que nuestro año es mucho mejor que el suyo, y que lo seguiría siendo aunque quedaran por delante. Todo el argumentario utilizado para las guerritas de marras queda en entredicho, y al final, sólo debería servir para extraer una conclusión clara y sencilla: lo que hacen en Villarreal es maravilloso, pero ellos son ellos, y nosotros, nosotros.

Ni se puede comparar ni tampoco marear con ambos clubes, porque donde no ha habido mal ambiente nunca, se acaba creando una atmósfera que no tiene sentido. Que a ellos les vaya muy bien, porque se lo deseo de corazón y a más de uno se lo digo en persona, pero que hoy pierdan contra nosotros. Lo arreglaremos con alguna copa esta noche en la carpa de la falla, no hay problema.