La imposible permanencia del Valencia en Mestalla

Confundimos, de forma intencionada, el sentimiento con el sentido común, y eso es algo que no se tendría que permitir

Toni Hernández | 14 MAR. 2024 | 00:04
Mestalla

El Valencia no se puede quedar en Mestalla. Y esto no es algo nuevo de hoy, o de hace un par de años. Es una decisión que data de 2006, el momento en el empezó a nadar, su lentísimo caminar, el futuro campo del Valencia. Quien dice esto, como es mi caso, no quiere menos al club, ni deja de tener claro que Mestalla es su casa. Fui de la manos de mis abuelos y de mi padre, y ahora mi hija viene de la mía.

Es donde he crecido, donde aprendí una profesión, donde he llorado de alegría y de pena más que en ninguno otro sitio en toda mi vida. El día que no esté, me faltará algo, algo muy importante, y sentiré un vacío gigante. Pero con todo eso, tengo muy claro que el futuro, que sólo espero que sea mucho mejor que el presente, pasa por irse al futuro estadio, vender las parcelas del actual, sanear las cuentas y empezar a crecer generando mucho más dinero.

Porque sólo con los sentimientos no se compite, y yo, como todos, además de ser y estar, quiero ganar. O al menos pelear para intentar ganar. Este debate que se quiere generar hoy era en 2006, no ahora, porque este tema no tiene vuelta ninguna, y lo sabemos todos. Apelar a lo que queremos Mestalla y a lo que representa no es un argumento, porque nadie odia ese estadio, nadie en esta ciudad.

Y no, en ese campo no se puede crecer, no podemos adecuarlo ni en tamaño ni en infraestructuras, y la sentencia de los vecinos de la Avenida Suecia sigue allí. Y ponerlos a parir no me parece justo, porque ese famosa sentencia está suspendida de ejecución… porque el club se iba a cambiar de campo hace casi dos décadas.

Hacernos daño entre nosotros, o lo que más me molesta, pedir auxilio a los políticos, son brindis al sol que, repito, sabemos que no nos llevan a ninguna parte, pero que sigue viendo de forma constante. Habrá a quien le duela lo mismo irse en Mestalla, pero no habrá nadie que lo sienta más que yo. Pero el futuro, repito, que ojalá sea mejor que el hoy, pasa por irse.