No perdamos el valencianismo

Nuestro amigo Alejando Monleón nos deja una serie de reflexiones que van mucho más allá de lo que supone ganar o perder

Toni Hernández | 21 MAY. 2023 | 00:04
Valencia CF

Es posible que bajemos a segunda. Por suerte, los últimos resultados nos han alejado un poco de esa gran pesadilla, pero vivimos tan al límite que, en cuanto perdamos un partido y al resto le de por ganarlo, estaremos otra vez en el hoyo. Así que la posibilidad está ahí.

No quiero ni imaginar lo que se debe sentir al descender. Aunque es algo para lo que me llevo preparando desde enero (con la salida de Gattuso vi clarísimo que bajábamos), creo que no soy capaz de asimilar el trauma que puede suponer un descenso.

Es lógico estar cabreado. Al final, Meriton ha sido como aquella novia guapísima que te prometía las mejores noches de lujuria de tu vida y te ha llevado por un camino de amargura, tristeza, desengaños y enfados constantes una vez te has casado con ella. Además, sabes que, por mucho que quieras, el divorcio es imposible.

Son lógicos los movimientos antiMeriton que han surgido en los últimos años y que, a pesar de sus dirigentes (los de estos movimientos, no los de Meriton, que también), todos desearíamos que de una vez por todas diesen con el clavo que consiguiera sacar a Peter Lim del Valencia. Pero, seamos sinceros, es muy complicado, por no decir que casi imposible. Sería genial que algún medio de comunicación, el que fuese, que tantos contactos tienen en el mundo del fútbol y que tan rápido consiguen hablar con alguien cuando hay cualquier noticia chorra, hiciese una llamada a Newcastle, preguntase por los quince años que estuvo allí Mike Ashley y por cómo y por qué se produjo su salida del club. Quizá algún Braveheart valencianí dejaría de engañar a la gente. Pero bueno, me imagino que es pedir demasiado.

Tenemos claro que todos (sí, todos, no los que se declaran valencianistas de pura cepa mientras tú, que no sigues a pies juntillas sus mandamientos y eres poco menos que un hereje) queremos a Peter Lim fuera del Valencia. Ahora, ¿qué queremos que suceda el día 1 después de Lim?

Yo lo tengo muy claro. Quiero una directiva competente y llena de profesionales que nos devuelva donde tenemos que estar. Gente que se implique en la sociedad, que se empape de la historia del club, que escuche al aficionado, que sienta esto como suyo y que volvamos a ser, al menos, una entidad decente.

Pero claro, eso pasa, en parte, por no perder el valencianismo.

Como he dicho antes, es lógico estar cabreado. Yo lo estoy. Cabreado y decepcionado. Pero tengo claro que no puedo dejar perder el valencianismo.

Llevamos años leyendo que la solución para que se vaya Meriton de Valencia es dejar vacío Mestalla, no renovar los abonos, no sacar entradas y no comprar camisetas. Sinceramente, eso es una tontería. Entiendo que lo hagas como método de protesta. Es más, lo encuentro lícito. Pero eso no va a solucionar absolutamente nada. Peter Lim está tan podrido de dinero que eso no va a perjudicar en absolutamente nada a su economía. Que tenga que poner 60 millones cada año para compensar las pérdidas (una cifra al azar), para él es como para tí gastarte 60 euros arreglando una gotera. Es irrelevante. Pero dejar de lado al club puede ser nuestra sentencia de muerte.

Creo que el valencianismo ha dado una muestra de amor por su escudo a lo largo de este año. Estamos hablando de la temporada en la que, posiblemente, más desplazamientos masivos hayamos vivido. Y me encanta por dos razones. La primera, por no dejar al equipo de lado a pesar de tener mil motivos. La segunda, porque gran parte de esos desplazados son gente joven que está creciendo con un equipo de mierda tras otro, temporada sí, temporada también. Y es genial. Sería más lógico pasar de todo esto y no darle más vueltas.

Pero, entonces, surgen los Palleters del siglo XXI y te dicen que está mal alegrarse por una victoria, que está mal comprarte la camiseta, renovar el pase o sacar una entrada.

Cuando cinco minutos antes de darle a Meriton su gran bronca (ojalá la última) nos estemos abrazando mientras celebramos el gol que nos salve del descenso, quizá hasta lloremos como si fuese el gol que nos diese la novena Copa del Rey. Quién sabe. Pero, hasta que llegue ese momento, no nos olvidemos de que el valencianismo somos todos, desde aquellos que fundaron el club hace ya 104 años como el bebé que ha nacido hoy y su primer regalo haya sido la camiseta del que será el gran amor de su vida. 

Mientras todo eso suceda, gritemos, chillemos, protestemos y manifestémonos, pero, ante todo, no perdamos el valencianismo. Esa sería nuestra sentencia de muerte.