Por qué puedo opinar sobre el Valencia

Alguien me dijo hace unos días que yo no podía opinar sobre el Valencia. Esto es algo propio de dictadores absolutistas, muy de moda en el entorno de este santo club. Y si llegamos al punto de admitir este tipo de reflexiones, es que estamos mucho peor de lo que nos podemos imaginar. Jamás, a nadie, se le puede prohibir expresar su opinión, y mucho menos sobre algo que todos queremos, cada uno a su manera.

Y creo que esa falta de respeto, de empatía, de odio africano a la pluralidad, es algo que nos está matando desde dentro poco a poco, y que es más dañino que mil Peter Lim que se cruzaran en nuestras vidas. Las cuestiones personales no le importan a nadie, salvo a los que les afecte, y en mi caso, respecto, a alguno, ni eso.

Yo simplemente estoy preocupado por el Valencia, como todos los aficionados, y como tal, aporto mi granito de arena en la forma que sea, que no es mucha, pero muchos pocos siempre hacen algo grande. Repartir carnets, algo que he hecho en el pasado y de lo que no me siento especialmente orgulloso, es de una bajeza moral que el que lo hace no llega a discernir.

No, a mí nadie me va a prohibir opinar sobre el Valencia ni naciendo dos veces, ni insultándome, que tengo tal callo que es algo que me hace hasta gracia. Y todo este ambiente, que durante mucho tiempo ha hecho que pensara en alejarme más aún, está consiguiendo que valore muy seriamente volver a los medios, tener un espacio, regresar a la carga. Igual ese día, que no sé si va a llegar, las cosas son un poco distintas. Aunque lo primero, siempre, por encima de todo, es el Valencia.