Harto de un Valencia que no tiene plan ni calma

Echo de menos un Valencia normal, esa es la verdad. Un entorno en el que discutamos por un fichaje, si es el que queremos o nos gusta otro.  Si los abonos son caros o baratos, si el presidente debe hablar en la presentación, si las peñas deben tener entradas para las finales, si el pantalón blanco o negro, si CF o FC, si Mestalla o el Nuevo Mestalla.

Eso, que tantas batallas ha supuesto a lo largo de los años, y por lo que hemos llegado a cabrear entre nosotros hasta límites insospechados, sin que la sangre llegara nunca al río, son ahora temas banales, lejanos, casi quiméricos. Daríamos muchas cosas porque eso marcara la actualidad de nuestro equipo, y no todo lo que lamentablemente está en boca de todos. 

Un Valencia con un plan, mejor o peor, que sale o que no sale, pero con ese punto de calma, dentro de la tempestad permanente, que todo club de fútbol debe tener para que las cosas salgan medianamente bien. Yo no hablo de ganar títulos, o de pelearlos, sino de tener paz, de no avergonzarnos por nada de lo que pasa a nuestro alrededor, de una serie de mínimos que, se supone, son inherentes a una estructura profesional de este nivel, pero que visto lo visto, para nosotros se convierte poco menos que en un lujo que no tengo muy claro si nos podemos permitir en este momento.

Son días de pensar y reflexionar, aunque te des con la cruda realidad de Meriton, pero es que algo cabal y con pies y cabeza se nos tiene que ocurrir entre todos, algo que de verdad sea plausible, una solución que sea cierta más allá de aportaciones utópicas que sirven para alimentar algunos institutos, pero no para sacar al Valencia de donde está.