El Valencia que me enseñó mi padre

No creo que nadie quiera vivir un descenso, al menos los que tuvimos que sufrirlo en su día, hace ya 37 años, pero parece que no lo vemos

Toni Hernández | 07 FEB. 2023 | 00:03
Mestalla

Mi padre me enseñó que el Valencia es lo más importante, cuando estamos hablando de fútbol. Me educó a no preguntar contra quién jugábamos, porque lo importante era que jugara nuestro equipo. No le escuché hablar nunca mal de ningún presidente, y de hecho siempre lo hizo con afecto del doctor Tormo (y de su hija Gracia, que se nos fue hace poco), y admiró a Pepe Ramos Costa. Con uno nos fuimos a la ruina y con el otro a Segunda, pero el Valencia era más importante que todo eso, y había que ayudar, siempre ayudar. Nos fuimos a Barcelona, aquel abril de 1986, y volvimos hundidos.

Y escuchamos juntos el Cádiz - Betis del domingo siguiente, y cuando fui a estampar contra el suelo un transistor Phillips amarillo, me dijo que ni se me pasara por la cabeza, que me dejaba sin ir al fútbol el año siguiente. El Valencia que me enseñó mi padre era uno en el que íbamos 3000 personas a las presentaciones, y en el que se presumía de tener ticados todos los números que había en tu pase, señal de que ibas a todos los partidos. Un Valencia en el que no se insultaba al que pensaba distinto a ti, quizá porque no había redes sociales o porque todos teníamos más claros una serie de valores personales.

Los que vivimos el descenso no queremos otro, lo hablé varias veces con Rafa Lahuerta en 2020 y 2021, cuando el año de Javi Gracia. Y aunque ahora hace tiempo que no charlamos, seguro que eso no ha cambiado. El Valencia está por encima de todo, por encima de todos. Y entiendo que cada uno lo pretenda defender como mejor entiende, y eso hay que respetarlo. Pero mi padre me enseñó a no dejar solo al equipo, nunca. En mi cabeza, la de un niño de 11 años, resuenan fuerte los ecos de Sarria cantándonos “a segunda, a segunda”, cogido de la mano de mi padre y llorando como una magdalena. No, no y mil veces no.