Una increíble historia de fútbol, con el Valencia de escenario

Hugo Guillamón o creer que el fútbol puede ser maravilloso (y en el Valencia). Verano de 2020. Un chaval de la cantera, que ha jugado varios partidos el año anterior porque había que tirar de donde fuera, termina su contrato el 30 de junio. El club no lo ha renovado. La anterior dirección deportiva no creía en él, porque el fútbol son gustos y tenía otros, y su caso se había apartado. En el Valencia, en ese momento, había poca gente que pudiera tomar decisiones, o al menos proponerlas. La tozudez del jugador hace que sus agentes no escuchen a nadie, y finalmente, renueva.

Firmó hasta 2023, con una cláusula de 80 millones. Ese fue el primer milagro del fútbol, porque estuvo más de 3 semanas libre, y casi 7 meses pudiendo haber firmado por el equipo que hubiera querido. "Es bajito para ser central", era la cantinela que se escuchaba. De 6 partidos en la campaña 19/20, pasa a 25 en la 20/21, convirtiéndose, con el paso de los meses, en pieza clave. El curso siguiente, con Bordalás, marca un punto de inflexión clave: el alicantino lo pone de medio centro, algo que algunos habíamos apuntado casi desde el primer día, porque el tipo que tiene la virtud de saber levantar la cabeza con el balón en los pies, lo tiene todo.

31 partidos de Liga, 6 de Copa incluyendo la final, debut y consolidación con la selección española absoluta (había jugado ya en todas las inferiores)... Guillamón se convertía en referencia del equipo, y su contrato expiraba de nuevo en breve. Se repetía la historia, aunque esta vez era distinto. El club tenía claro que era activo de presente y futuro, y aunque hubo un parón de unos meses no está clara la razón, terminó renovando una vez más. Con Gattuso es fijo, y ahora Luis Enrique se lo lleva al Mundial. 83 partidos oficiales, 3 veces internacional, y apenas 22 años. Y hace menos de 3 estaba fuera. ¡Viva el fútbol!