Alguien del Valencia tiene que hablar con Nico González, pero basta de dramas

Se le ha tomado la matrícula, él tampoco ayuda dando entrevistas, pero no podemos montar dramas cuando no hay materia para ello

Toni Hernández | 22 SEPT. 2022 | 00:01
Nico González

Nico González debe entender que está en el Valencia, al menos hasta el 30 de junio, y que hablar del Barcelona cada dos por tres no sólo no le va a ayudar en nada, sino que le puede pasar una factura muy cara. Porque aquí le hemos enfilado, tal cual, y él tampoco ayuda a que se nos vaya de la cabeza. Y nosotros calmarnos también un poquito, que estamos a la que salta. Su partido en Vallecas le está pesando como una losa, como si realmente hubiéramos perdido por su culpa, y hemos convertido sus alusiones al Barcelona, que hace ya tiempo que son excesivas, en faltas de respeto hacia nuestra dignidad. Y claro, no calvo ni tres placas que reza el dicho.

Nico es un jugador cedido, muy joven, y que es culé porque lleva allí muchos años. De hecho, su padre Fran, era un habitual de Barcelona cuando el chico ni había nacido, puedo dar fe en primera persona, que más de una noche nos hemos visto en el Baja Beach Club, allá por los 90. Eso no es un problema, por más que se lo podamos ver.

El asunto se complica cuando Nico lo tiene siempre que puede en la boca, o en sus redes sociales, y da la sensación, que no es así pero la mujer del César, además de serlo, tiene que parecerlo, que el Valencia es un mal necesario en su carrera. Repito e insisto, no es así, pero él debe colaborar a que el entorno no piense que sí lo es.

He escuchado la entrevista que daba esta semana, y si te quieres cabrear, puedes hacerlo, aunque es obvio que tenemos poca correa y, con determinados perfiles, nos cuesta muy poco encendernos. Ahora, a Nico le falta un punto de madurez y de mundo, y a eso se le debe ayudar aquí, porque hasta el 30 de junio es jugador del Valencia, y de su rendimiento, como el del resto de jugadores, depende el futuro del Valencia a corto plazo. No saquemos las cosas de quicio, y sobre todo, pongamos remedio a los problemas.