Ser del Valencia en tiempos duros

Pertenezco a una generación que aprendió a ser del Valencia sufriendo. Nuestro primer gran recuerdo es el ascenso a Primera en 1987, es decir, algo que casi podemos considerar como uno de los puntos mas negros en 103 años de historia. Eso marca a los que crecimos forjando nuestro valencianismo en los 80, quizá la etapa más dura de todos los tiempos por muchas cosas.

Es posible que nos convirtiéramos en lo que somos dando valor a ganar 1-0 al Valladolid en Mestalla, con todos mis respetos, porque cuando ves jugar al Sestao o al Figueres en tu campo un partido de Liga, te cambia la perspectiva de muchas cosas. Lo he contado muchas veces, pero en 2008, cuando ganamos la Copa pero teníamos el descenso más cerca que nunca, antes de un partido ante Osasuna que ganamos 3-0 y que fue el principio del fin del sufrimiento, tuvo una charla en mi cabina del estadio.

Un chaval aquel entonces, que tendría 17-18 años, y que con la edad que yo celebraba el ascenso él ganaba ligas, me decía que el año ya no tenía aliciente, que el partido le daba un poco igual, y que si no se ganaba nada, que la cosa no iba con él. Aquello me dejó pensando, y han pasado 14 años, muchas cosas, y sólo un título más, la Copa de 2019. Ahora hago la traslación a la actualidad, en el momento en que ese chaval ya debe andar por los 30, quizá tenga hijos, y que seguro sigue siendo del Valencia.

En estos tiempos duros, en los que ganar no es lo más habitual, por culpa de la mala gestión de Meriton, que parece que si no se dice muchas veces es que estás de acuerdo, es cuando se forja lo más duro de ese carácter valencianista que nos hace incondicionales cada año. Me gustaría Mestalla lleno en cada partido el año que viene, porque siendo todos gritaremos más, y porque ser del Valencia es en lo bueno y en lo malo. Digo yo, que tampoco hay que hacerme caso.