Diakhaby no puede ser un problema para el Valencia

El defensa galo está en todos los jaleos, y eso es algo que no le viene nada bien ni a él ni al equipo, pero va a más

Toni Hernández | 08 ABR. 2022 | 00:05
Mouctar Diakhaby

Mouctar Diakhaby no debe ser un problema para el Valencia, y esta vez no estoy hablando del rendimiento deportivo, que este asó, dentro de lo que cabe, no lo está siendo. Siempre se tiene el miedo de que haga alguna cosa rara, que cometa algún error que nadie espera, pero en general podemos decir que su temporada no está siendo mala, que Bordalás lo ha mejorado, aunque no se ha cambiado la idea de sacarlo este próximo verano, ya que la idea es firmar otro perfil que ahora mismo no se tiene en la plantilla. Pero más allá de todo esto, lo que es una evidencia es que la facilidad con la que el defensa galo se mete en todos los jardines, muchas veces de forma más que innecesaria.

Y eso es un lujo que no nos podemos permitir, porque en Vallecas no podrá jugar porque decidió “sacarse” una amarilla contra el Cádiz cuando no iba nada con él. ¿Fue casualidad que fuera de nuevo contra ellos? En cierto modo pienso que sí, porque no es ni la primera ni la segunda vez que le pasa, aunque es posible que vaya sobre excitado en estos encuentros con un equipo que le he marcado por lo que todos sabemos. Pero estamos hablando de fútbol, de intensidad, algo que se le achacaba muchas veces, y que aunque ha mejorado, no termina de encauzar como debe. Porque una cosa es estar metido y otra muy distinta rozar la histeria en demasiadas ocasiones.

Eso perjudica al equipo, condiciona muchas veces su juego (que como le quites ese punto de agresividad bien entendida cae muchos enteros) y que le genera unos innecesarios dolores de cabeza a Bordalás. Vienen partidos en los que la cabeza fría será un arma más para jugar, y más allá del futuro que pueda tener Diakhaby en esta plantilla cuando acabe el curso, se necesita una versión mucho más centrada del jugador, algo que estamos viendo demasiado poco. Como tantas cosas, en sus manos está, aunque después de 4 años, es obvio que nadie espera grandes milagros.