La autoridad moral en el Valencia, patrimonio de unos pocos

Demasiada gente insistiendo en que su valencianismo es mejor que el de otros, que su opinión tiene más peso que la de nadie... y todos somos iguales

Toni Hernández | 25 DIC. 2021 | 08:30
Mestalla

La autoridad moral en el entorno del Valencia es un tema que me revienta desde hace muchos años. Alguno puede pensar que es algo nuevo, porque los más jóvenes creéis que los conflictos y situaciones son de ahora. Y algunos de mi edad han desarrollado una memoria selectiva para construir un relato a su medida, una especie reconstrucción de la historia a su conveniencia. Me parece muy peligroso, además de grotesco, pero cuando me paro a pensar, cuando leo y escucho, y aunque me he prometido no meterme en más jaleos, es que no puedo. Me voy a 1996. En aquel entonces, me querido Julio Insa me enviaba 3 veces por semana a la inauguración de peñas del club por toda la Comunidad Valenciana.

Lo que aprendí en ese tiempo, y la gente que conocí, es algo que tengo en gran estima. En aquel contexto, los peñistas eran vistos como gente con privilegios, enchufados del club (mandara quien mandara), que se vendían por unos cacaos y unas aceitunas. Se les mirada por encima del hombro, porque “sólo eran una parte del valencianismo”, cuando eran un colectivo activo al 100% con más de 25.000 personas censadas. Hablo de las peñas, pero es algo general. En el siglo XX ya había voces que se querían erigir como los verdaderos portavoces de todos, como si alguien les hubiera pedido que lo fueran, y sobre todo, quitando valor a lo que pudiéramos pensar otros.

Los periodistas que íbamos a las peñas, que básicamente era yo o al que Julio mandaba de forma puntual, éramos de segunda, éramos populistas. Curioso, porque yo pensaba que con eso se unía y se vertebrada el club, pero seguramente estaba equivocado. Ahora pasa un poco lo mismo. Hay una élite que quiere decirnos lo que se debe pensar y hacer, y desde luego, nos pretende señalar a los buenos y a los malos. En las peñas nunca vi ese ambiente, jamás, en las peñas del siglo XX, no sé cómo son ahora, aunque dudo que se haya perdido la esencia de las cosas. Pero todo siempre desde la libertad, sin que nadie le diga a nadie lo que debe decir o pensar. Si que nadie sea el guardián de lo moral de nada.