Si el Valencia me hace perder amigos, toca reflexionar

Pensar distinto sobre el Valencia me ha hecho perder algún amigo en los últimos años. Y lo he perdido por la otra parte, no por mí, porque tengo claro que hay cuestiones que están por encima de cualquier otra cosa, y que las relaciones personales de varias décadas no pueden depender de Peter Lim. Eso es una puñetera locura. Pero lo cierto es que se ha creado un clima en nuestro entorno que nos lleva a esta situación. Y la verdad, camino de los 50, tengo claro que algunas cosas valen la pena y otras no, y que la edad para discutir como si se acabara el mundo por cosas cuya resolución no depende de ti, muy posiblemente haya pasado ya.

Me estimo más poder saludar a un amigo, aunque lo vea poco, que tener razón. O discutir por quién la tenga. Me ha pasado con un par de personas en dos años, esta semana la última, y la sensación de vacío esa noche fue muy desagradable. Y todo es el Valencia y las maneras de verlo, de sentirlo, de tratar a unos actores u otros. Y no tengo claro que esté dispuesto a pagar semejante peaje. Este club, y eso me ha costado muchos disgustos, ha sido mi vida desde que nací. Mi abuelo Antonio me decía que no podía ponerme como me ponía por algo que no me daba de comer. Y años después, se convirtió en mi medio de vida.

No entiendo mi día a día sin el Valencia, esa es la realidad, pero aún menos el discutir con gente con la que he compartido cosas importantes desde hace 30 años. Pensemos todos muy bien si este clima de tensión exacerbada nos vale para algo, si solucionamos los problemas, y si el hecho de estar de verdad unidos en torno a algo y no ir contra el que no piensa igual, no nos daría más frutos a todos los niveles. Creo que nos toca reflexionar un poco a todos, pero igual también estoy equivocado en esto, como en tantas cosas.