Creer en el Valencia de Bordalás y saber sufrir... y disfrutar de ello

Creer en el Valencia de José Bordalás es, entre otras muchas cosas, estar dispuestos a pasar hora y media de culo apretado cada fin de semana, y dos, si hay partido en medio. Podemos ser menos explícitos, pero entiendo que a estas alturas no nos podemos andar con remilgos. La fórmula, con lo que tenemos, y ante rivales como el Atlético de Madrid, quedó muy clara ante el equipo de Unai Emery, y aunque eso no significa que siempre vaya a salir bien, lo que parece claro es que merece la pena intentarlo. Bordalás está cómodo en ese contexto, y sus jugadores, que al final es lo importante, también, lo que hace que sea poco menos que insensato el cambiar la idea de partido.

Las bajas por lesión tampoco ayudan a que se pueda enfrentar el duelo de muchas más maneras, y viendo el rendimiento de los menos habituales que tuvieron que dar la cara el pasado fin de semana, se han ganado la confianza. Lo que podemos hacer los que estamos fuera, los aficionados, es abrocharnos el cinturón y disfrutar del sufrimiento. Supongo que este es un concepto que he ido descubriendo a medida que me he ido haciendo corredor de maratones (quién me lo iba a decir hace 10 años). Se trata de alcanzar el objetivo, los 42 kms cuando se corre, la victoria cuando se juega, y para ello es necesario, o bien talento, o bien un esfuerzo por encima del que hagan los demás.

Este equipo, que perderá partidos, nos ha demostrado que se puede creer en ellos, y eso implica el sufrir mucho en cada encuentro. No sé cuántas veces tirará a puerta el Atlético, pero sabemos que el Villarreal, a puerta, lo hizo una sola vez con peligro. Eso implica dar el balón, esperar atrás, líneas juntas, salidas a la contra… Aceptarlo y disfrutar de ello, sin pensar más allá del partido que se tiene que jugar, pensando que tenemos un grupo honrado y trabajador, y un entrenador que se los ha ganado en muy poco tiempo como hacía mucho que no veíamos.