Me alegro por el Valencia, siempre, y por mi amigo Jaume Domènech, también

Después de muchos malos, de muchas faltas de respeto, de muchas barbaridades, volvió a Sevilla, donde subió al cielo y al larguero, y se hizo enorme

Toni Hernández | 18 ABR. 2021 | 20:48
Jaume Domènech

Jaume Domènech subió al cielo y al larguero en Sevilla, hace dos años, y tuvo que ser de nuevo allí, en el mismo campo, donde de nuevo volviera a hacer un gran partido, que si hubiéramos tenido un poco más de puntería, habría supuesto un gran triunfo en el año tan duro que llevamos. En la primera parte se le sacudió por el primer tanto bético (ni una sola mención a que Fekir remata sin oposición, y se podía leer en las redes eso de "si no le tiran al Valencia, igual puede sacar algo positivo".

Es mi amigo, lo quiero como si fuera mi hermano pequeño, y he tenido que hablar mucho conmigo mismo (y con mi mujer), para no entrar al trapo en todas esas batallas. No soy imparcial ni objetivo con mis amigos, nadie lo es, y soy mucho más duro en los fallos, pero mucho más. Aunque de puertas para adentro. Jaume ha tenido errores, como toda la plantilla, y el entrenador, este curso, pero las burradas que se le han dicho, mucho más allá del aspecto deportivo, han sido excesivas. Por eso, cuando le he visto volver a celebrar una parada como un gol, mi reacción viendo el partido ha sido la misma.

Que cualquier jugador del Valencia esté bien es motivo de alegría. Al menos para mí, que veo esto como el deporte en el que sólo quiero que gane mi equipo, no pienso en nada más. Cuando encima es tu amigo, la alegría es doble. Y cuando sabes que le hace falta porque las cosas le han salido mal demasiadas veces, y se ha llevado palos que le tocaban y que no, es ya otro nivel. No sé quién jugará el miércoles, no me importa, y quien lo haga, que gane el Valencia. Pero lo bueno que les pase a los jugadores del Valencia, y si son amigos más, van por delante de todo.