Un Valencia con sentido común

Opinión/ Han cambiado muchas cosas en el Valencia CF, pero todavía es pronto para que se desate la euforia y se consideren cerradas la heridas

Jose Hernández | 03 SEPT. 2017 | 09:13

El Valencia 2017-18 tiene otra cara respecto a la que ofrecía hace unos meses, es evidente que se produjeron cambios y se ha limpiado el vestuario de elementos tóxicos. El buen inicio liguero ha ayudado a que en la ciudad se respire un ambiente de optimismo que podríamos calificar casi como eufórico en algunos sectores, pero no hay que olvidar que la temporada no ha hecho más que comenzar y no se debe perder la perspectiva. Después de dos años en los que el Valencia se pareció a cualquier cosa menos a un club de fútbol, al menos hay que reconocer que ha existido la intención de devolver el sentido común a la entidad, un paso adelante pero solo eso.

Los bochornosos resultados deportivos del Valencia en los dos últimos años crearon un clima insostenible. Peter Lim fue el gran blanco de las críticas y la afición se sintió engañada con el proyecto. Queda claro que el singapurense apostó por el Valencia en una situación difícil, pero sus decisiones caprichosas y el hecho de no dar la cara jugó en su contra. La crítica fue muy dura, es posible que exagerada en algunos momentos, pero no podemos definirla como injusta. El tiempo ha terminado dando la razón a aquellos que calificaban el organigrama del club como un caos, incluso a Cesare Prandelli (por mucho que duela). Y es que el italiano huyó con cobardía, pero también se fue diciendo verdades como puños que hicieron reaccionar a muchos. Acorralado por la opinión pública, el propio Peter Lim comenzó a tomar decisiones coherentes que hay que valorar, una de ellas colocar a Mateu Alemany y la siguiente apostar por un entrenador riguroso, serio y con conocimiento de la liga española.


¿Hay que felicitar al máximo propietario por ello? sin duda, pero tampoco es momento de encumbrar a los altares a Lim y su gestión por el simple hecho de haber devuelto algo de normalidad al Valencia. Han llegado jugadores y se ha limpiado el vestuario, existe ilusión por la nueva temporada pero de momento no se ha conseguido absolutamente nada. Ahora más que nunca hay que estar alerta y elevar el nivel de exigencia ya que se viene de dos años en los que se sufrió mucho e incluso se titubeó con el descenso, algo gravísimo en un club como el Valencia. Podríamos realizar el símil con el estudiante que suspende de forma estrepitosa durante dos cursos, Peter Lim ha recuperado algunas de sus asignaturas en septiembre, pero en el mundo del fútbol seguirá siendo un mal estudiante hasta que no demuestre lo contrario con resultados de verdad; no hay que perder de vista sus pasos en el futuro.


El valencianismo le ha dado un voto de confianza y la afición está contenta con las caras nuevas. Han llegado jugadores solventes aunque no grandes estrellas. Mateu Alemany también está satisfecho pero avisó de que hay que seguir trabajando con humildad. El siguiente paso es marcar un objetivo deportivo definido, que en el caso del Valencia no puede ser otro que jugar la Champions o al menos luchar por ella hasta el final. Está bien que el club saque pecho en redes sociales con la revolución, pero también debe ser lo suficientemente ambicioso para marcar metas y en el caso de no cumplirlas reconocer los errores.

No deben existir paños calientes ni excusas, en un club como el Valencia no basta con "querer hacer las cosas bien" (algo que se da por hecho y que Peter Lim parece haber entendido por fin). La afición debe apoyar e ilusionarse, Mestalla tiene que ser el centro de la comunión entre el equipo y la grada. No obstante, la prudencia y la exigencia tiene que permanecer para que el propietario no vuelva a repetir las barbaridades del pasado, de momento es pronto para que reciba el aplauso.