Quique Sánchez Flores, entrenador del Valencia (que lo fue, y jugador)

Vuelve al Valencia un tipo especial por muchas cosas, hijo de una etapa especial, y protagonista de situaciones siempre especiales

Toni Hernández | 15 ENE. 2017 | 00:03

Quique Sánchez Flores, aún recuerdo cuando Joaquín Prat padre le llamaba el "Faraonito", por aquello de que su tía Lola Flores era la Faraona, en los tiempos que como lateral derecho del equipo, en Segunda, hizo 9 goles en la temporada del ascenso. Era un jugador que me encantaba, que luchaba, tenía calidad, centro, gol, personalidad... pero tobillos de cristal durante muchos años, y eso le penalizó en su carrera. Con Quique me llevé el primer despago serio como valencianista, cuando se marchó al Real Madrid, cuando hacer aquello no estaba tan mal visto como hoy, pero que a mi me sentó como una patada en el estómago. Creo que desde aquel día lo empecé a ver de otra manera, aunque en aquel momento, 1994, no tenía ni la más remota idea de las broncas espectaculares que tendríamos con el paso de los años.

En sus años en Canal 9 Quique pregonaba un fútbol que no practicó como técnico, y de eso me hablaba mucho Rafa Benítez, "con lo que gusta jugar al ataque en la tele, y lo poco que lo hace cuando está en el campo", decía más o menos el mejor técnico de la historia del Valencia. En esa etapa sembró, y cuando llegó al Valencia en 2005, fue el momento de ajustar cuentas. Nuestra relación fue tensa, mala, dura, pero nos hablamos siempre a la cara, y tuvimos peloteras importantes, la más gorda cuando estaba ya fuera del club. Aunque recuerdo con cariño cuando su madre, Carmen Flores, venía a Diario de Valencia para pedir explicaciones de porqué apretábamos a su hijo. Hoy viene a Mestalla, y no dudo de su valencianismo, aunque entendemos esto de forma diferente, muy diferente. Pero me preocupa Quique. Sabe dónde viene y cómo está el patio. Y sabe dónde hacer daño