El Valencia CF ha encontrado a su líder
El mensaje de Prandelli de ayer ha calado hondo en una afición necesitada de líderes. El italiano clavó los tiempos comunicativos y deportivos
‘Cesare Prandelli’ han sido las dos palabras más repetidas en el valencianismo, y en Valencia en general, desde que ayer al medio día, el entrenador del club ché entró en el Media Center para dar un golpe encima de la mesa de todo el Valencia CF. Un golpe que se centró en los futbolistas, pero que también salpicó a la propiedad, a Meriton, aunque de una manera más indirecta, en un mensaje que clavó los tiempos, tanto comunicativos como deportivos.
Porque el mensaje de Prandelli llega en el momento idóneo. Los futbolistas saldrán hoy a jugar en Anoeta con el único colchón de su juego. Con todos los focos apuntando a su rendimiento para ver quiénes están con Prandelli y quiénes no, y sin tiempo para preparar un motín, como otras tantas veces han hecho, y hacerle la cama la entrenador, porque es el último partido, sin contar la vuelta de Copa, que el Valencia jugará antes del mercado de fichajes. Deportivamente, no había otro momento mejor para dicho mensaje. Prandelli lo sabía y clavó los tiempos de un discurso que ya es historia del Valencia CF. Y porque además, fue perfectamente ejecutado en términos de comunicación. Eficaz, conciso, claro, con las pausas perfectas para que no se quedara nada por el camino.
Pero sobre todo, porque ha espoleado a la afición, la ha despertado de ese estado de somnolencia e indiferencia que producían los resultados cosechados y la dramática situación del equipo. Porque el valencianismo, por fin, ha vuelto a encontrar un referente, un líder que sabe de fútbol y sabe lo que hay en juego. Alguien en quien confiar. Porque todo aquel que sienta por el Valencia, la afición, la prensa, se ha puesto de lado del entrenador italiano, sin reproche alguno. Porque ha vuelto a unir al valencianismo y ha vuelto a prender una llama que parecía apagada. El primer paso está dado, ahora falta que el Valencia, por fin, vuelva a despertar de un letargo que “no es de dos meses, es de dos años”.