Cuando leo la carta de Totti pienso en el Valencia, y sólo veo a Rubén Baraja

En una época en la que los jugadores "de toda la vida", siento envidia de Totti, de la Roma, de su sentimiento por encima de cualquier otra cosa

Toni Hernández | 02 SEPT. 2016 | 09:45

El Valencia ha tenido a lo largo de su historia jugadores que han marcado una época, que han sido el emblema del club, que han representado sus valores y han sido con los que se han identificado con el aficionado, con la gente, pero de todos ellos, qué pocos recuerdo que se hayan marchado a lo grande, por la puerta del triunfo como les correspondía. A mis 42 años recuerdo un Mestalla vacío despidiendo a Kempes muchos años después de su marcha, y Mario no siempre habló bien del club porque se sintió ofendido en muchas ocasiones. Ricardo Arias con la gradas también vacías diciendo adiós de una forma casi de tapadillo. Y ellos tuvieron homenajes, que casi es un privilegio. El primer gran ídolo de mi generación, Lubo Penev, se fue de malas maneras, el siguiente de muchos, Mijatovic, mucho peor aún. ¿Porqué la gente se va de aquí de esa forma? ¿Porqué no tenemos un Totti que viva este club como si fuera su familia de verdad y lo respete y lo honre como tal? Aunque sí, tuvimos uno, no era de Valencia, pero ya es un valenciano más. Es Rubén Baraja, el único héroe contemporáneo que se ha marchado como lo que era, que jamás manchó el escudo de esa camiseta, y que cuando salió de aquí no pudo ponerse otra zamarra, “el Valencia me marcó tanto que dejé el fútbol porque no tenía ganas de vestir otra camiseta”. Si, claro, pienso en Paco Alcácer, por supuesto.

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El fútbol siempre ha sido un negocio, siempre se ha pagado dinero por jugar, siempre ha habido equipos más grandes que otros, pero también ha habido pasión y respeto por unos colores... o no la ha habido. Cuando oigo a Roberto Fernández Bonillo decir que "Alcácer está mentalizado para ser suplente" pienso que Mestalla ha perdido el tiempo con un chico al que dio un cariño especial por ser de casa, porque le pasaron cosas espacialmente delicadas en sus comienzos, porque parecía sentir el club, porque estaba bien pagado, porque con menos de 23 años y sin haber ganado nada gozaba del estatus de estrella en la plantilla, de capitán, de intocable. "Quiere progresar, ir al mejor club del mundo, ganar más dinero". Como Totti cuando vino el Madrid, pero se quedó porque como dice en su carta "por supuesto he tenido errores. Incluso hubo un momento hace 12 años, cuando pensé dejar la Roma para llegar a Real Madrid. Cuando un equipo exitoso, el más fuerte del mundo, te pide que te unas, empiezas a pensar sobre la vida. Tuve charlas con el presidente de la Roma y eso marcó la diferencia. Pero al final, la charla que tuve con mi familia me recordó sobre qué se trata la vida". ¿De qué trata la vida cuando ganas dos millones de euros netos en tu casa y pasas a ganar 3 ó 4 fuera de ella?. Llevo días pensando en escribir sobre esto, pero entre la carta de Totti y la rueda de prensa de Roberto, no me he podido resistir.

"Hace 27 años se escuchó un golpe en la puerta de nuestro departamento en Roma. Mi madre, Fiorella, fue a responder. Quienes estaban al otro lado definirían mi carrera en el fútbol. Cuando ella abrió la puerta, un grupo de caballeros se presentó como directores de fútbol. Pero no eran de Roma. Se vestían de rojo y negro. Eran del AC Milan y querían que jugara para su equipo a cualquier coste.

Mi madre levantó sus manos, ¿qué creen que les dijo a esos señores? Bueno, no era mi decisión, por supuesto. Mi madre era la jefa. Aún es la jefa. Y digamos que estaba bien unida a sus hijos, como cualquier madre italiana, un poco sobreprotectora. Ella no quería que me fuera de casa, por miedo a que algo pasara. "No, no", le dijo a los directores. Es todo lo que tenía para decir: "Lo siento, no, no". Eso fue el fin. Mi primera transferencia, impedida por mi 'jefa'. Era duro decir que no al AC Milan. Hubiera significado mucho dinero para nuestra familia. Pero mi madre me enseñó una lección ese día: Tu casa es lo más importante en la vida.

Cuando eres un niño en Roma, hay solo dos opciones: o eres rojo o azul. AS Roma o Lazio. En nuestra familia, solo había una posibilidad. Desafortunadamente no conocí a mi abuelo, porque murió cuando era pequeño, pero me dejó un gran regalo. Por suerte, mi abuelo Gianluca era un fanático de la Roma y le pasó ese amor a mi padre, quien nos lo entregó a mi hermano y a mí. Nuestro amor por Roma fue algo que llevamos siempre.

Roma era más que un club de fútbol. Era parte de nuestra familia, nuestra sangre, nuestras almas. No conseguimos ver muchos partidos en televisión porque, incluso en Roma, no los daban siempre en los '80. Pero cuando tuve siete años, mi padre consiguió boletos y finalmente pude ver a la Loba en el Estadio Olímpico. Puedo cerrar mis ojos y recordar la sensación. Los colores, los cantos, las bombas de humo. Me sentía un niño tan completo solo por estar en el estadio alrededor de otros hinchas de la Roma que iluminaron algo en mí. No sé cómo describir la experiencia. Bellísimo.

No supe que realizaría mi debut en el Estadio Olímpico por Roma hasta 90 minutos antes del partido. Me senté en el bus que me llevó a la cancha y mi emoción creció. Cualquier paz que tuve en la noche previa se había ido. Los hinchas de la Roma son distintos de todos. Hay mucha expectación cuando usas la camiseta de la Roma. Tienes que probar que lo vales, y no hay mucho espacio para que cometas errores. Cuando caminé a la cancha para mi primer partido, estaba sobresaturado de orgullo por jugar por mi casa. Por mi abuelo, por mi familia. Por 25 años la presión -el privilegio- nunca ha cambiado.

Por supuesto he tenido errores. Incluso hubo un momento hace 12 años, cuando pensé dejar la Roma para llegar a Real Madrid. Cuando un equipo exitoso, el más fuerte del mundo, te pide que te unas, empiezas a pensar sobre la vida. Tuve charlas con el presidente de la Roma y eso marcó la diferencia. Pero al final, la charla que tuve con mi familia me recordó sobre qué se trata la vida.

El hogar lo es todo. Por 39 años, Roma ha sido mi hogar. Por 25 años como futbolista, Roma ha sido mi hogar. Ya sea ganando el Scudetto o jugando la Champions League, espero que haya representado y alzado los colores de la Roma tan alto como pude. Espero haberlos hecho orgullosos. La gente me pregunta, ¿por qué pasar toda mi vida en la Roma?

Roma es mi familia, mis amigos, la gente que amo. Roma es el mar, las montañas, los monumentos. Roma, por supuesto, son los romanos. Roma es el amarillo y el rojo. Roma, para mí, es el mundo. Este club, esta ciudad, han sido mi vida. Siempre".