Peter Lim, José María García y el Valencia del Siglo XXI

El maestro estuvo en Valencia hablando de su libro, nunca mejor dicho, con discursos del pasado, tópicos rancios, y no respetando su forma de ser y actuar

Toni Hernández | 19 ABR. 2016 | 16:38

José María García es un tipo al que odié como oyente porque al Valencia siempre le dio de lado o de leches, dependiendo del momento, pero como periodista fue un maestro y un referente para toda mi generación, y muchos quisimos ser como él. Casi 15 años retirado y todavía llena auditorios para hablar de su libro, “Buenas noches y saludos cordiales”, del que he sido uno de los compradores y lectores. Pero cuando le oyes es como esos dibujos animados que veías de pequeño y que tienes idealizados, o la primera trilogía de Star Wars, que cuando la recuerdas es brutal, pero cuando la vuelves a ver, como que no, ya no es tan especular. García es eso, un tipo que recuerda al que fue porque cuando habla de alguien o de algo lo revienta con su estilo personal imitado por todos, pero el contenido, el fondo, está trasnochado y caduco, como él mismo diría. Al oírle hablar de Peter Lim, del Valencia de hoy en día, queda de manifiesto.


El García que tenía acojonado al fútbol español cada día a las 00h00, “Súper García en la Hora Cero” se llamaba el programa, daba datos, cifras, contrastaba las informaciones, eran verdades absolutas porque, y le vuelvo a citar, sabía de qué color eran los pelos de la burra porque la tenía agarrada con la mano. Pero cuando va a topicazos como “qué coño pinta un chino en el Valencia”, el mito se cae, porque si analizas la frase, está vacía, está muerta, no tiene contenido. Ni es chino (esa falta de respeto es cansina), y está aquí para salvar el culo a los que hundieron al club durante décadas. Esa parte de la historia le falta, se nota, y es la base de todo. No tiene argumentos, salvo el de su experiencia, para poder hablar de nada, y eso, cuando todo se mueve a gran velocidad, no te da para sentar cátedra. Puede seguir enseñándonos a todos, pero no dictar cómo se deben hacer las cosas, qué está bien y qué está mal, como hacía cuando se ponía cada noche delante de un micrófono.


Para servidor, García debe ser siempre como los dibujos de Mazinguer Z, algo idílico pero lejano, que conviene no volver a ver, porque entonces le sacarías todas las carencias, y es una pena matar buenos recuerdos de niño y hasta de juventud. Toda la vida habrá abrazafarolas y lametraserillos, pero cada época tiene los suyos, y quizá el antimadridismo de Valencia no empezó con lo de Mijatovic, quizá algunos nos avergonzamos hace 28 años cuando el Madrid jugó un partido de Copa de Europa en nuestra casa, pero entonces no había más que un canal de televisión, y un periodista, José María García. Todo cambia y evoluciona, aunque algunas persona no lo hagan.