Odio el fútbol, pero ahora el Valencia nos necesita a todos, se lo debemos a nuestros padres y nuestros abuelos

Me juré que jamás me lo volvería a tomar como si me fuera la vida, pero este club es demasiado grande como para que ahora todos no pongamos nuestro granito de arena

Toni Hernández | 02 ABR. 2016 | 22:08

Mi padre me metió el fútbol en la sangre, desde bien pequeño, yendo cada fin de semana a Mestalla, tirando de transistor cuando se jugaba fuera, pero sintiendo el Valencia como parte de mi vida, y el estadio como mi casa. El fútbol me dio un regalo que pocos tenemos la fortuna de recibir, ser presidente de un club, Huracán, que ayudé a fundar, que llevamos a tocar la gloria con la punta de los dedos dos veces, y que tuvo un final que no merecía. El fútbol es algo tan grande para mi que mis mejores recuerdos son 4 crueldades extremas: París, Milan, Jaén y Huesca, estos dos últimos partidos, las dos finales que perdimos para ascender a Segunda A.


Después de todo eso, y todo lo que me ha tocado vivir en el último año, me juré que el fútbol no sería lo mismo, que no me lo tomaría como si fuera mi vida. Pero viendo al Valencia y tanta gente que quiero, sufrir como están sufriendo, y con un proyecto, el de Peter Lim que ha tenido mil errores pero que tiene un fondo y un objetivo grandioso, si me queda sangre en las venas, si todavía circula por mi cuerpo una mínima pizca de amor a este juego, tengo que armar mi hombro, apoyar a muerte y de forma incondicional a este club, a la gente que lo compone y a los que le rodean, algunos de los cuales no merecen ni el aire que respiran, pero ahora mismo, todos, hasta los que no sirven para nada, son ahora importantes.

No es tiempo de críticas, de reparte carnets, de buscar culpables y acribillarlos como si esto fuera los tiempos de La Inquisición. Esto va de algo que muchos no van a entender, espero que no sean tantos, y es que el Valencia, como club, no puede bajar a Segunda División, y que el proyecto de Peter Lim, no puede fracasar, porque puede ser la destrucción del club, que fue lo que evitó al llegar. Él es el máximo responsable, por supuesto, porque es el dueño, pero esa guerra no toca ahora. A eso sólo van a jugar los que buscan mierda entre la basura, que es bajar a un inframundo que me hizo odiar el periodismo y jurarme que no volvería… salvo que lo necesitara mi hija para comer, y yo para ser feliz.

Confieso que hacía tiempo que no sufría en un partido del Valencia como contra Las Palmas. El día del Sevilla en Europa League grité los 3 goles que ponían la final en bandeja, y juré en muchos idiomas con el 3-1 del final y el impresentable de Unai saltando por el campo como si fuera idiota. Pero viendo cómo perdía el Valencia, la forma y el fondo, me iba diciendo a mí mismo que ahora este club nos necesita a todos, que aportemos todos. No voy a pedir campañas absurdas desgarradoras, que la afición del Valencia es sabia y no necesita que nadie le diga lo que tiene que hacer. Pero todos debemos aportar, porque se el equipo baja, bajamos todos. Si el proyecto de Lim fracasa, fracasamos todos. Si esto se va por la taza del water, nuestros abuelos, nuestros padres, jamás nos lo perdonarán.