Después de ganar al Espanyol, Gary Neville, Negredo y el Valencia, son igual de buenos o de malos

El fútbol es maravilloso, porque con una acción, un gol, cambia la percepción de la vida, y de las personas: de héroes a villanos y el camino de vuelta

Toni Hernández | 14 FEB. 2016 | 11:11

Mestalla, minuto 70 del Valencia – Espanyol, jornada 24 de Liga, 12 partidos sin ganar en los de Gary Neville, 9 con el técnico inglés, y el marcador es 0-1, los pericos llegando con peligro de gol cada vez que se aproximan a Diego Alves, y el estadio tiembla, pero sin perder la fe porque el equipo, al menos esta vez, no se está descomponiendo. En la grada se ven caras de angustia, hay valencianistas calientes con el resultado y la agonía que viven. Pero Álvaro Negredo, el tiburón, el hombre al que Nuno castigaba y que con sus fallos está castigando al equipo varios meses, recoge un balón de Joao Cancelo, que se marca una jugada de escándalo, remata mal, con la derecha, el balón da en un contrario, toma efecto, y acaba en el fondo de la red. Fútbol, nada más que fútbol, solamente fútbol.

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Gary Neville sacó un once que, con lo que tenía, quizá lo hubiese firmado la mayoría. Se lesiona Abdenour, que vaya año lleva, entra Vezo, lo normal. Quita a Rodrigo momentos después del 0-1 y pone a Negredo, cambiando a 4-4-2 con Feghouli y Cheryshev abiertos, Alcácer y Negredo en punta, con Enzo barriendo y Parejo creando, o al menos intentándolo. Y dos laterales ofensivos, Cancelo y Siquiera, doblando bien a los hombres que tenían delante. Tácticamente correcto, futbolísticamente acertado. Vaya, todo un párrafo hablando de fútbol, qué barbaridad…

Estoy de acuerdo con Neville en que el día del Sporting se jugó mejor, se fue más superior, y hasta se mereció ganar más incluso que contra los pericos. Pero el fútbol es caprichoso, es malvado, es un cabrón vaya, y lo que no le dio la gana contra los asturianos, sí lo quiso contra los catalanes. Si en ese minuto 70 le dicen a todo el valencianismo que el encuentro acaba 2-1, seguramente habría muchos que lo hubiera creído por la fe irracional que tienen en su equipo, pero en ese momento, nada hacía presagiar que la cosa iba a terminar así.


Supongo que algún académico de la Universidad de Yo Lo Sé Todo, cuando lea esto, dirá que defiendo a Neville. Ojalá ganara los 14 partidos de Liga que quedan, ojalá, aunque no lo creo. No, no lo defiendo, pero tampoco le achaco lo que no es responsabilidad suya. Quizá ayer no se comportó diferente, ni antes ni durante el partido, a cualquier otro encuentro, pero ayer el balón si quería, y otros muchos no. Y los errores fueron los mismos, y los aciertos, que alguno habrá, también. Pero esto baila al son de la cosa esa redonda que se mueve y no habla, que hace lo que le da la real gana. Y siendo eso así, dependiendo de un balón con vida propia, aún queremos decir que sabemos de fútbol. Somos unos inconscientes maravillosos.