El derecho a equivocarse en el Valencia de Peter Lim, con su dinero

A un gol de las semifinales de Copa del Rey, es un día muy importante para el club y para el proyecto, y desde luego, para su dueño

Toni Hernández | 28 ENE. 2016 | 09:58

Cuando hace algo más de un año la figura de Peter Lim se iba erigiendo como el futuro del Valencia en forma de nuevo dueño, los aplausos atronadores de una gran mayoría valencianista se escuchaban hasta en Singapur, porque era el fin del viejo régimen, de los Llorente, Andreu y compañía, de la Fundación como garante de una mentira asquerosa pagada con dinero público, de la guerra entre grupos que sólo pretendían mandar sin poner ni uno, que eso va contra su religión.

Ni sé si era la mejor oferta, ni llegados a este punto me importa. Fue la elegida por todos, hubo un consenso que no recuerdo para que Lim fuera el dueño, y así fue. El trabajo de Amadeo Salvo quedaba terminado, lo traía de su mano, le daba el poder, y a partir de ahí, el empresario asiático se convertía en el primer dueño de verdad, con todas las letras de esa palabra, de la historia del Valencia.


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De Lim sabíamos que era amigo de Jorge Mendes, que trabajaban juntos, y que la búsqueda de club por Europa la habían hechos los dos. El Valencia nunca fue su única opción, pero si que lo fue siempre la primera. Iba a mandar y eso suponía caída de cargos de confianza, porque pondría a los suyos, y decisiones tomadas desde donde quiera que estuviera él o su centro de trabajo. Porque así se llevan las grandes empresas multinacionales, así se llevan los clubes de fútbol que son propiedad de multimillonarios que no viven en esa ciudad. Todo eso se sabía, y como el primer año la pelota entró, todos éramos altos, guapos, rubios y con los ojos azules.


Salvo y Rufete, presidente y director deportivo, los cargos más ejecutivos de un club de fútbol, por pura lógica empresarial, tenían el tiempo contado. No porque se les fuera a echar, que era otra posibilidad, sino porque había un momento en que la propiedad tomara decisiones por sí misma, y eso iba a generar conflicto, como así fue. Es el derecho a equivocarse cuando algo es tuyo porque lo compras, porque arriesgas un dinero que NADIE en esta ciudad ha tenido narices a arriesgar. No hablo de gastar, para que luego no haya enfados. Compras el club, tu mandas. Lo que hay lo respetas un tiempo, pero luego pones a tu gente y llevas a cabo tu política. El derecho a equivocarse con lo que es tuyo porque NO LO HA QUERIDO NADIE MÁS. Las 7 ofertas de compra del club eran extranjeras.


Estamos muy acostumbrados en Valencia a mandar y poco a ver cómo mandan otros. Nos encanta ir a las Juntas de Accionistas a decir lo que hay que hacer, pero nadie tiene luego agallas para hacerlo. Ha tenido que venir un señor de Singapur a llevar la iniciativa, y encima, cuando no nos gusta le pegamos palos. Esto es muy sencillo, muy fácil. Lo primero, por supuesto, que no se equivoque, que acierte siempre, que igual es el primero que quiere que pase eso. Y lo segundo sencillo, el que sepa más y sea tan fenómeno, que los ponga en fila encima de la mesa y a mandar. ¿A que no viene nadie? Por el bien de todos, del Valencia, de la afición, del proyecto y de Peter Lim, que esta noche acabe en victoria.