El Valencia progresa adecuadamente con los cambios

El Rayo Vallecano no fue rival ante un equipo local que recuperó la intensidad al inicio de los partidos gracias a las novedades en el once titular.

Paco Polit | 14 DIC. 2014 | 10:23

El Valencia CF cosechó un triunfo relativamente cómodo ante el Rayo Vallecano (3-0) en un partido que dejó muchas lecturas y apuntes para la esperanza, especialmente en lo referente a las novedades que Nuno Espírito Santo introdujo en el once inicial que devolvieron parte del hambre mostrada por el equipo en el inicio de la actual campaña.

Un ataque hambriento

Consecuencia directa del 'banquillazo' a Rodrigo Moreno, el esquema 1-4-2-3-1 con el que Nuno Espírito Santo saltó al césped fue el más coherente que hemos visto esta temporada al margen del ya clásico 1-4-3-3 con Parejo, André y Fuego en el medular. Feghouli actuó en su puesto, Piatti en el suyo, Negredo en su posición habitual... y Rodrigo de Paul, la gran novedad en la alineación, en el enganche en zona de tres cuartos, el lugar donde hizo fortuna y destacó en Racing de Avellaneda.

La consecuencia directa fue significativa: la intensidad del equipo, a medias entre la reivindicación de jugadores que cada partido deben darlo todo para retener la titularidad (Piatti, Feghouli) y el disfrute por encontrarse cómodos en este dibujo, fue muy superior a jornadas anteriores. El Rayo que días atrás había aguantado bien pertrechado en defensa con los jugadores menos habituales se doblegó esta vez con inusitada facilidad. Muy buena primera media hora del Valencia.

Vuelve Piatti, vuelve el balón parado

Jamás la relación causa-efecto fue tan evidente: con Piatti sobre el campo y encargado de botar las jugadas a balón parado, el Valencia gana en peligrosidad en dichas acciones. Es la consecuencia de tener un lanzador con un dos especial para poner el esférico en el lugar y con la fuerza adecuadas. Es incomprensible que se haya renunciado a una de las armas más poderosas del Valencia en el tramo inicial de la temporada debido al ostracismo al que se vio sometido el argentino. Especialmente, cuando otros equipos de la zona alta como el Atlético de Madrid practicamente viven de dichas jugadas para sacar adelante sus compromisos.

Piatti, además, tenía ganas de demostrar que puede ser desequilibrante. Se asoció bien con De Paul en la zona central del ataque, ayudó como es habitual a Gayà en tareas defensivas -el lateral siempre agradece jugar con un hombre como Piatti en su carril, y lo echa en falta cuando no está-, asistió en varias ocasiones y culminó su actuación con un golazo, sorteando rivales en velocidad, aguantando una embestida del defensa y cruzando el cuero ante la salida a la desesperada de Cristian Álvarez. Pablo Daniel celebró con rabia el tanto, la explosión de alegría de aquel que es negado sistemáticamente el pan y la sal por un sector de la hinchada y que, como recoge a menudo el dicho popular, se ve obligado a hacer el doble para conseguir la mitad.

No todo podía ser bonito...

Más allá de la protesta protagonizada por la Curva Nord (su presidente explicó que no animarían durante la primera mitad como reivindicación por las restrictivas medidas impuestas por la LFP y la manera en que el Valencia las ha puesto en práctica), el plácido choque ante el Rayo dejó dos apuntes que no permitieron redondear la velada. La primera guarda relación con el plan que Nuno tenía para Rodrigo: el luso, consciente de que era una posibilidad real, quiso proteger al jugador de su mal momento y buscó darle minutos con el partido ya resuelto, en busca de un gol o asistencia redentora que llenasen su depósito de confianza. Rodrigo dispuso de dicha ocasión en un mano a mano clamoroso ante Cristian, que el portero sacó con el pie. Un gol de Rodrigo hubiese sido un broce de oro magnífico para esta jornada.

En cambio, el equipo vuelve a lamentar otra expulsión incomprensible. Esta vez la 'suerte' recayó en André Gomes, alucinado ante la inutilidad manifiesta de un Teixeira Vitienes que expulsó al portugués con dos amarillas de cachondea, la primera practicamente en la primera falta del partido y la segunda ante un golpe fortuito en una pugna por el balón. Minutos antes, Feghouli había recibido un manotazo en el rostro de Insúa en el que el jugador rayista había mirado previamente hacia atrás y sabía de la posición del argelino. Una acción más grave que la de Rodrigo de Paul en Sevilla o Alcácer la pasada semana y que, sin embargo, sólo se penalizó con tarjeta amarilla. El Valencia tiene un problema gordo con los arbitrajes, pero no parece que nadie vaya a coger el toro por los cuernos.