El Mestalla iguala ante Paco López la mejor clasificación desde... Paco López

El Valencia Mestalla se ha acostumbrado a sufrir. Es el sino de los jóvenes futbolistas blanquinegros, que encadenan ya varias temporadas con arranques negativos y que les condenan a pelear toda la campaña en los puestos bajos de la tabla.

Ocurrió con Sergio Ventosa en la 2012-2013, con Nico Estévez en la 2013-2014 y también con Curro Torres en la 2014-2015: el filial tarda varias jornadas en coger el pulso a la competitividad extrema del grupo III de Segunda B y, para entonces, ya quedan lejos los puestos nobles y hay que atarse los machos para luchar a vida o muerte en las profundidades de la tabla.

Sin embargo, este año la reacción ha llegado varias jornadas antes. Si bien en los dos años anteriores fue necesario un revulsivo en el banquillo para materializar la reacción -Paco López reemplazó a Ventosa, y Curro Torres hizo lo propio con Estévez-, esta vez el preparador blanquinegro ha dado con la tecla a tiempo de evitar más nervios innecesarios.

Así, el Mestalla vive su mejor momento desde hace casi dos años. Fue en el jornada 32 de la temporada 2012-2013, precisamente con Paco López -técnico del Villarreal B, que cayó este fin de semana en el estadio Antonio Puchades por un 1-0 ajustadísimo- en el banquillo valencianista. Aquel 16 de marzo de 2013, un empate ante el Sant Andreu (1-1) aupó al Mestalla a la octava plaza con 41 puntos. Aquella racha de siete jornadas seguidas sin perder dejó prácticamente sellada la permanencia en la categoría.

Curro Torres ha sido el encargado de devolver al Mestalla a la mitad privilegiada de la tabla clasificatoria con un fútbol aguerrido, cada vez más solvente y con las necesarias gotas de calidad para desequilibrar partidos. Pasadas 12 jornadas, el Mestalla ocupa la octava plaza de nuevo -16 puntos en el casillero- un año y ocho meses después y la racha se prolonga ya cinco jornadas sin perder.

Los valencianistas quieren seguir sumando y, al fin, romper la dinámica de las últimas temporadas que les condenaba a pelear por la supervivencia y no hacerlo por objetivos mucho más ilusionantes en la cabeza de la clasificación.