Carlos Corberán y el necesario 'plan B' en el Valencia

El Valencia no solo perdió en Barcelona, fue barrido en la segunda mitad y mostró una imagen indolente. El 6-0 es un marcador que retrata a un equipo desbordado, sin organización y con un planteamiento que quedó superado desde el primer cuarto de hora. No es la primera vez que al Valencia le pasa algo parecido, y eso debería preocupar más que el propio resultado.

Carlos Corberán apostó por salir con la línea de cinco muy retrasada e intentar presionar arriba, pero el Barça convirtió cada recuperación en un cuchillo hacia la portería de Agirrezabala. El técnico tardó demasiado en rectificar, y cuando lo hizo, el partido ya estaba decidido. No hubo plan B ni reacción desde el banquillo: la sensación fue la de un equipo entregado a su suerte.

La defensa quedó retratada una y otra vez, sin ayudas, sin coordinación y sin carácter. La inseguridad del portero solo agravó la situación: Agirrezabala ofreció dudas en cada intervención, transmitió nerviosismo y no fue capaz de sostener al equipo en ningún momento. El portero llegó como apuesta de futuro, pero en noches como esta se evidencia que aún no está preparado para liderar una portería con tanta exigencia y que persiste el recuerdo de Mamardashvili.

Más allá de nombres propios, el gran problema fue colectivo. El Valencia no supo competir, ni cerrar espacios, ni frenar el ritmo del rival. Ante un Barcelona que venía con bajas, el Valencia volvió a aparecer como un conjunto blando, sin oficio e incapaz de cambiar el rumbo del partido cuando la goleada empezaba a tomar forma.