El Ciudad de Valencia, un fortín inexpugnable

El conjunto granota quiere hacer buenos los puntos conseguidos fuera de casa siempre y cuando se gane en el Ciudad de Valencia

Redactor Jefe | 14 MAR. 2014 | 19:52

Lo advirtió en la jornada de ayer Víctor Casadesús cuando en su discurso cuantificó los efectos y el impacto del Ciutat de València sobre la brecha que la sociedad azulgrana ha abierto en las últimas semanas con la zona más deprimida y pantanosa de la clasificación general en Primera División. Su planteamiento fue claro y diáfano al afimar que “esos siete u ocho puntos que llevamos sobre el descenso, y sobre el grupo que se encuentra abajo, se debe a la regularidad que hemos tenido en casa.

"Fuera no hemos ganado últimamente, pero hemos empatado y ese puntito conseguido fuera cuando ganas en casa siempre te viene bien. Es la línea a seguir”. Es evidente que el atacante balear marca una pertinaz alianza entre el impulso que ha tomado la instiutución y los réditos alcanzados en el interior del coliseo del barrio de Orriols. Hay una causa-efecto entre ambas variables que se encarga de alimentar. Se trata de un factor corrector que el grupo ha desarrollado en los postreros tiempos acorazando su entorno más próximo e impermeabilizándolo a las acometidas de sus contrincantes.

En ese sentido, hay una fecha que ejerce de punto de inflexión entre dos realidades que resultan antagónicas. Los goles de Barral en una noche cerrada de diciembre ante el Elche, que revertieron un marcador que nació bajo el signo de la adversidad, permutaron una tendencia peligrosa. Durante muchas semanas el Levante se nutrió básicamente del capital conquistado allende sus muros. La inercia era cuanto menos aristada para un bloque que se había acostumbrado durante las postreras campañas en el ámbito de la elite a alzar una empalizada y a convertir su espacio más íntimo en un escenario impenetrable e inaccesible para las acometidas de sus oponentes. El enfrentamiento ante la escuadra ilicitana mudó esta predisposición hacia la inestabilidad en el santuario del feudo de Orriols. Hasta ese instante del campeonato, había asumido la condición de local en siete ocasiones que se saldaron con un solitario triunfo frente al Espanyol, tres derrotas y tres igualadas. Vencer se convertía en una quimera como arrendatario del Ciutat. Los triunfos se festejaban fuera de este dominio.

Seis puntos de veintiuno que resultan clarificadores de los problemas que el bloque estaba obligado a solventar en los compromisos que afrontaba como propietario del coliseo azulgrana. El ciclo ha variado. La remontada ante el Elche conjuga con las victorias ante el Málaga, Almería y Osasuna y las igualadas frente al Barcelona y Rayo Vallecano. El Levante ha cambiado su fisonomía como casero desde mediados del mes de diciembre. Los dígitos son cristalinos. El Levante desde el duelo ante la escuadra franjiverde ha conquistado catorce de los dieciocho puntos ofertados. En total contabiliza al calor del Ciutat veinte de los treinta y seis que sazonan su expediente cuando se acerca la jornada vigesimoctava y ya se vislumbra la imagen del duelo ante el Celta de Vigo que surge como una nueva oportunidad para mantener la consistencia exhibidas en las postreras semanas como local.