El Valencia CF, la gran mentira de la ruina

Si no vale nada, ¿por qué se pegan por tenerlo?

Toni Hernández | 16 ENE. 2014 | 16:00

Después del esperpéntico día en el que se decidía la venta del Valencia, que luego quedó en un comunicado de Bankia prescindible, con Peter Lim es desventaja, con Manolo Llorente, presuntamente detrás de alguno de los “finalistas”, con dos ofertas importantes, y con algunos casos de desaparición en combate, como Fernando Gómez Colomer o el señor Alvarado, que ni si quiera pasaron por allí, es hora de sacar conclusiones, y alguna, a alguno, no le va a gustar. Pues que se siente cómodamente.

Juan Soler puede ser uno de los personajes más peculiares que han pasado por el Valencia en toda la historia. Y eso son más que palabras mayores. Personalmente me falló con su palabra dada, y podría tener muchas más cosas en su contra que en su favor, pero eso no debe desviar la realidad. Juan Soler, en sus tres años y medio al frente del Valencia, le dio el valor que tiene ahora, por el que fondos e inversores se pelean, con su deuda y sus problemas, pero con sus activos y su potencial. Que los fondos y los inversores pueden ser buitres, pero no imbéciles.

El valor, claro está, es económico. Hay un estadio a medio terminar con un potencial comercial impresionante, en un lugar estratégico, y con una clientela a futuro de un número incalculable. Antiguamente se denominaba fondo de comercio, y hoy en día, ese fondo de comercio, más que nunca, debe ir encaminado al "know-how” de la entidad: venderles sentimiento y orgullo. En términos generales, medio millón de valencianistas consumiendo la marca Valencia, son muchos euros. Eso, aunque muchos no lo crean, vale mucho dinero, y hay gente que hasta paga cifras millonarias para que le hagan estudios al respecto.

Y por otro lado, la joya de la corona, las parcelas del “viejo” Mestalla, o mejor dicho, del actual. 50.000 metros cuadrados edificables en el solar más extraordinario de la ciudad, que ahora o después, tienen un valor de muchos millones de euros. De muchos. Repito, los inversos o los fondos, buitres es posible, imbéciles, no.

Durante años, desde 2008, se ha vendido que el Valencia era una ruina. Está en ruina, pero no lo es. Los verbos copulativos, ser, estar o parecer, no lo olvidemos. El Valencia ha estado mal gestionado, muy mal gestionado, pésimamente gestionado. Con gente que pensaba más en sus intereses que en los de la empresa que le pagaba, y muy bien (Manolo Llorente, junto con Javier Gómez, en una Junta de Accionistas, dijeron, en la misma frase, que el club estaba en quiebra y que ellos cobraban 700.000 euros al año, valiente quiebra…). El naming, la visión comercial, los derechos televisivos, marketing, merchandising… Gestionarlo por profesionales, por grandes profesionales, por expertos, no por amigos reubicados, que son grandes profesionales en su materia, pero amigo, zapatero a tus zapatos.

El Valencia tiene un valor enorme, grandísimo, pero llevado adelante por profesionales, no por aficionados a los delirios de grandeza, que se preocupan más por su sueldo, o por la foto, que por su labor. Juan Soler le dio un salto al club que luego no supo plasmar, ni cerrar, y se rodeó de ineptos, vagos y maleantes, que le arruinaron a él, y a la entidad. Los que vinieron después han sido nefastos, esperpénticos, y ni aun lapidando el valor del club, han podido impedir que haya varias empresas, fondos de capital riesgo, o inversores internacionales, que se interesen por el Valencia. Repito, y ya por última vez, que serán buitres, pero no imbéciles.

La ruina, esa ruina con la que durante años llevan mintiendo a la afición, porque no era ruina estricta, era gestión pésima, infame, y pagada a precio de oro, no es tal. La famosa due diligence dejó en evidencia que aquí se han hecho atrocidades, pagando sueldos “galácticos” a gente muy terrestre.

Alguno, corto de entendederas, estará pensando que digo la mítica “Juan, gracias por todo”, que por cierto, fue idea de otro genio, Toni Castellanos, no mía. Pero no, esto trasciende con mucho esa figura. El Valencia es un club con un potencial que nadie ha sabido explotar ni sacar partido. Se han conformado con las migajas, con “quedar bien”, y eso si, siempre viviendo por encima de tus recursos, que no de tus posibilidades. ¿Quién va a comprar el Valencia? No lo sé, ni el que vende quizá lo sepa, pero desde luego, mejorar lo que hay, hasta hoy mismo, es bien sencillo, porque esta empresa, el sentimiento va aparte, vale mucho.