El segundo proyecto de Caparrós

El adiós de Iborra y la réplica de Diop marcan la hoja de ruta

Rafa Carretero | 10 SEPT. 2013 | 10:54

Tan sólo han pasado tres partidos y es como si Caparrós estuviera empezando ya su segundo proyecto como entrenador del Levante. Siendo por exigencias del guión la principal y casi única cabeza visible para lo bueno y lo malo, el técnico se ha visto en la obligación de reformular el equipo que tenía en mente. Y lo ha hecho por culpa en gran medida de lo de Iborra, cuyo esperado traspaso paradójicamente cogió al personal de imprevisto por acelerarse a última hora y en cosa de tres días.

El vacío de Iborra está teniendo consecuencias en lo táctico, puesto que buena parte del trabajo de pretemporada había girado alrededor de su posición más adelantada y las posibilidades de hacer de él un potente rematador ofensivo. También en lo simbólico, ya que como segundo capitán y canterano con más años en la plantilla estaba llamado a rellenar el vacío que la limpieza ha dejado en el vestuario.

Lo peor de la pérdida deportiva de Iborra, sin embargo, ha sido la réplica de Diop. El senegalés forzó la máquina para que a él también lo vendieran y eso ha tenido repercusiones funestas en la credibilidad del equipo. La cuestión es que al Levante se le ha partido el corazón del centro del campo al ver dinamitado su doble pivote: uno porque no está ya físicamente y el otro porque tiene que asimilar que sigue aquí. Además, ni Sérgio ni Simao Mate prometen, menos aún tras quitarlos al descanso en Can Barça, lo que más que señalarlos fue meterles un dedo en el ojo.

Aunque nadie vaya a reconocerlo, el míster propuso traer a otro mediocentro además de Gomis. De una manera u otra por Orriols pulularon nombres que fueron del imposible Abel Aguilar a Maresca, por no entrar en otras demarcaciones para las que también llegaron sugerencias, caso de Juan Rodríguez, al que conocía del Deportivo. En medio del terremoto del final de pretemporada, el correctivo del Camp Nou no fue nada que no pudiera esperarse a tenor de cómo se fueron torciendo las cosas, lesiones y fichajes fuera de forma inclusives. Un 7-0 que tampoco pasó por alto un entrenador como Caparrós, reunido al día siguiente de urgencia con Manolo y Quico y que camino de un mes después sigue en proceso de quitarle al equipo el aura de provisionalidad que lo envuelve, desde lo de El Adoua como mediocentro a lo de Rubén como segundo delantero.

Las voces con peso que quedan en la caseta, por cierto, estuvieron rápidas para recordarle al nuevo entrenador las virtudes del contragolpe y lo poco que ha funcionado por estos lares de Primado Reig eso de la posesión y jugar más abiertos. Que se lo digan sino a Juan Ignacio, al que sus críticos martillearon desde el minuto uno tras el viraje posterior al ridículo ante el Peñarol, una losa de la que parece haber quedado eximido su heredero.

Caparrós está cambiando el discurso sobre la marcha y ha aprovechado el parón no sólo para meter en vereda a los últimos fichajes, sino para darle carrete a lo que a partir del próximo sábado contra la Real Sociedad debe ser el nuevo Levante. Un equipo al que lo mejor que le ha ocurrido es tener cuatro puntos estando en pleno rodaje y habiendo pasado un inicio de curso de órdago en el que sólo faltaba que Barral jugara por los pelos siendo el único delantero por un problema con su transfer. Gajes del oficio cuando se trata de granotas.