Cuando el peligro llega de Alemania, Karlsruhe

Valencia CF vs Bayern Munich, 20:45 horas (Mestalla)

Jose Hernández | 20 NOV. 2012 | 03:20

El Valencia se enfrenta esta noche al Bayern de Munich en la quinta jornada de la Liga de Campeones, un duelo que decidirá buena parte de las opciones de clasificación para los octavos de final de los dos clubes, la historia valencianista ante equipos alemanes hace que inevitablemente aparezca en la memoria el fantasma de Karlsruhe.

Para una generación de aficionados del Valencia Club de Fútbol, un partido permanece en la conciencia como el recuerdo imborrable de algo que no debió suceder jamás; la ciudad de Karlsruhe es sinónimo de pesadilla a orillas del mar Mediterraneo. El club de Baden-Wurtemberg vive actualmente un mal momento deportivo. Anclado en la 3.Liga (equivalente a la segunda divisón B española), revive en su memoria el gran instante de su historia, un torneo de la Copa de la UEFA en el que llegaron a disputar las semifinales frente al Casino Salsburgo. Pero existe un capítulo especial, el más grande en sus 118 años de historia; la tarde del dos de Noviembre de 1993, con el 7-0 que significó que Karlsruhe sonara más fuerte que nunca en el panorama futbolístico, y al mismo tiempo condenó al club valencianista a la mayor vergüenza europea de su historia. El Wildparkstadion cambió la trayectoria del equipo valenciano, y le hizo entrar en una espiral de mala fortuna que terminaría llevándose por delante las cabezas de gran parte de los estamentos del club.

El Valencia llegó al partido de vuelta de aquella segunda eliminatoria de la Copa de la UEFA como líder de la liga española tras una victoria ante el Celta de Vigo. Ese día Pedja Mijatovic le marcó un precioso gol de falta a Santiago Cañizares, el balcánico entraría en una espiral negativa tras el partido en Karlsruhe ya que no volvería a ver portería hasta un encuentro de copa en Tenerife la noche de Reyes, ya en 1994. Era la tercera temporada al frente del equipo de Guus Hiddink, un técnico discutido desde que el club valencianista había sufrido otro ridículo europeo un año antes frente al Nápoles de Fonseca, y en el punto de mira tras no ser capaz de alcanzar la final de la Copa del Rey la temporada anterior, perdiendo en semifinales ante el Zaragoza.

El comienzo del equipo “ché” sin embargo, fue casi demoledor en la siguiente campaña. Tras el frustrado fichaje de Romario por la entidad blanquinegra, la llegada de Mijatovic había devuelto la esperanza a la afición valencianista, que por fin comenzaba a creer en un equipo que tenía en el talento del montenegrino, la inspiración de Fernando Gómez y el instinto de Lubo Penev, razones para la esperanza. Tras superar al Nantes en la primera ronda europea y batir al Kalsruhe de Oliver Khan y el ruso Kiriakov en el partido de ida de la segunda fase, nadie podía adivinar que en Alemania se viviría la jornada más negra que se haya escrito jamás en un encuentro del Valencia, solo equiparable al descenso de categoría sufrido siete años atrás.

Un hombre, Edgar Schmitt, no podía intuir lo que le ocurriría en las dos semanas posteriores a haber jugado en el estadio Luís Casanova el partido de ida. Primero sufrió un aparatoso accidente de automovil en el que salvó milagrosamente su vida, y más tarde se convirtió en el héroe del Kalsruhe en la jornada de más énfasis en la historia del club. Schmitt había sido un futbolista mediocre durante su carrera. Su paso al profesionalismo no se produjo hasta que cumplió los 28 años, y había llegado al equipo entrenado por Winfried Schafer en aquella misma campaña procedente del Eintracht de Frankfort. En la noche de difuntos del Valencia fue capaz de marcar cuatro goles, erigiéndose en el auténtico héroe de la eliminatoria.

Cuando el Karlsruhe recibió a los de Hiddink, sumaba tres encuentros sin conocer la victoria. Había eliminado al PSV Eindhoven sorprendentemente en la primera fase de la Copa de la UEFA, una competición que significaba su debut en torneos internacionales.

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El Valencia saltó al Wildparkstadion con un uniforme de color oscuro que presagiaba la desgracia que iba a sufrir aquella tarde. En menos de 40 minutos, los españoles ya perdían 3-0, sin capacidad de reacción y acongojados ante el ambiente que se vivía en el estadio alemán. Con cada gol del Karlsruhe, sus aficionados gritaban con mayor intensidad, al tiempo que el club valencianista quedaba reducido cada vez más; el líder de la liga española se asemejaba conforme pasaba el partido a un equipo pobre, mediocre, prácticamente de categoría regional.

José Manuel Sempere, el guardameta de Torrellano, no olvidará aquellos siete goles que se clavaron como una losa en su corazón. Había debutado en competiciones europeas con la camiseta del Valencia justo trece años antes, en una eliminatoria ante el Mónaco. El borrón vivido en Alemania sería su última aparición en el viejo continente. Otros hombres ningunearon ese día el valor de la palabra honor, y realizaron sobre el campo un actuación deportivamente vergonzosa; Juan Antonio Pizzi, el argentino que había llegado a Valencia para golear y curiosamente debutó en un Trofeo Naranja como Mario Alberto Kempes fallando un penalti, no tuvo tiempo de resarcir su suerte en la Copa de la UEFA. Jugó en Karlsruhe debido a la sanción de Lubo Penev, y salió de allí con su orgullo de delantero mancillado. Miodrag Belodedici, el único futbolista no nacido en la antigua Yugoslavia que ganó la Copa de Europa con el Estrella Roja en 1991, también selló su pasaporte valencianista con una actuación digna del mejor manual de despropósitos.

Fernando Gómez, Quique Sánchez Flores, Tomás, Camarasa, Serer, Giner, Álvaro Cervera, Mijatovic, Eloy y Pepe Gálvez.... nadie podía salvarse de la quema en un partido que condenó al Valencia y humilló a sus aficionados hasta límites insospechados. 19 años después, el escalofrío del club vuelve a aparecer cada vez que un equipo alemán se cruza en el destino del Valencia. Cuando el peligro llega de Alemania nunca avisa.