A Valencia no se le puede faltar más al respeto, ya está bien

A la hora del Valencia - Oviedo, a la que debía jugarse, yo estaba sacando agua de mi casa, mirando al cielo muerto de miedo, y desde luego, pensando en cualquier cosa menos en fútbol. Y como muchos miles de los que vivimos en los poblados del sur, a los que esta vez nos ha tocado de pleno el temporal, aunque con mucha menos fuerza, gracias a Dios, que la que tuvimos que padece en esta tierra hace ahora casi un año, y que no se olvida.

Afectó a más zonas, por supuesto, y era algo que se sabía desde el domingo, cuando se dio hora para decretar la aleta roja, ya sonando la alarma de los móviles el mismo domingo a mediodía. Y nadie pensó en suspender el partido sin esperar nada más. Nadie de los que lo pueden suspender, porque esa portestad no perteneve a María José Catalá, alcaldesa de la ciudad, sino a otros organismos, jueces único incluidos, que son los que pueden hacerlo.

Fueron más de 220 muertos, y un miedo que se va a tener durante generaciones, porque aún se habla de la del 57, y la de 2024 fue mucho peor aunque no afectara de lleno a la capital. Y hemos estado dando vueltas a si suspender o no un partido de fútbol, que tampoco debía quedar aplazado para el martes, porque seguía lloviendo y con muchas gente, más del 50%, que viene de fuera de Valencia. No entiendo lo que se nos pasa muchas veces por la cabeza, de verdad.