La guerra por el Nuevo Mestalla es algo repugnante
Son 20 años de muchas cosas, que los que las hemos vivido recordamos muy bien, aunque haya quien nos quiera hacer pasar por tontos

La guerra que nos hemos montado en Valencia a cuenta del Nuevo Mestalla es algo que jamás he entendido, que no tiene sustento más allá de ciertas cosas que no están nada claras, y que se ha ido modificando con el paso del tiempo en función de cómo han ido cayendo lo que se suponía que eran algunos paradigmas intocables.
Vamos, un sainete infumable que se debió empezar en 2006, que es justo cuando nadie, absolutamente nadie, dijo nada al respecto, se celebró por todo lo alto el camino, y había codazos en la Ciudad de Las Artes y Las Ciencias para la presentación del primer boceto.
El primero de muchos, dicho sea de paso. Los que vivimos aquel proceso en primera fila no nos pueden venir con estupideces, porque jamás escuches a nadie nada de la mística de Mestalla, su verticalidad, su encanto, su embrujo… era el bunyol de Paco Roig, insultado de manera constante, porque entonces era la moda.
Durante años, mucho, el proceso estuvo en silencio, fue usado con fines políticos y económicos, de manera torticera y lamentable, y todos sabemos cómo terminó eso después. Y ahora que el proceso es imparable, que se tiene fecha real, que el campo crece, que los estudios y previsiones se publican, ahora pasamos a otras esfera, poco menos que mística, que sigue teniendo la misma nula base que todo lo demás.
Y lo peor será, como siempre, el señalamiento a todos aquellos que no queramos encadenarnos al actual campo, que luego nadie lo hará, y que pensemos que el paso es importante para crecer. Como si Mestalla no fuera el lugar más especial del mundo para todos y cada uno de los que somos del Valencia, o fuéramos a llorar como críos el día que haya que decir adiós.