Aprendizajes del Valencia en el verano 2025
El balance del mercado estival muestra una plantilla reforzada en algunas posiciones, aunque no libre de interrogantes

El verano de 2025 ha dejado en Mestalla un rastro de aprendizajes que se mueven entre la ilusión y la preocupación. La pretemporada y los movimientos de mercado han ofrecido señales claras de hacia dónde camina el proyecto, y conviene detenerse en tres claves positivas y tres negativas que resumen el estado actual del club.
Más recursos para el entrenador (positivo)
Uno de los grandes avances de este verano ha sido que el club, aunque con limitaciones, ha dotado al entrenador de más armas. No se trata solo de fichajes, sino de la capacidad de ajustar perfiles y reforzar posiciones en las que el equipo estaba cojo. La plantilla es ahora más equilibrada y eso amplía las alternativas tácticas, algo esencial para competir en un calendario cada vez más exigente.
El adiós de algunos jóvenes (negativo)
No todo ha sido motivo de celebración. El club también ha visto marcharse a jóvenes canteranos que, pese a la esperanza que generaron, no lograron consolidarse en el primer equipo o no quisieron renovar como el caso de Mosquera. Son salidas que duelen, porque representan la confirmación de que no todos los talentos formados en casa encuentran su espacio en la élite.
Renovaciones que aseguran futuro (positivo)
Por otro lado, las renovaciones de varios jóvenes omo Guerra, Tárrega y Diego López han sido un soplo de aire fresco. Blindar a estos futbolistas significa asegurar presente y futuro, y enviar un mensaje claro de confianza en quienes ya se han ganado el respeto del vestuario y la grada. En un club marcado por la necesidad de mirar hacia dentro, este movimiento es tan estratégico como esencial.
Inversiones todavía escuetas (negativo)
El contrapunto lo ponen unas inversiones que siguen siendo limitadas. Si bien se han cerrado operaciones útiles, la sensación es que el club continúa lejos de realizar un esfuerzo económico que sitúe al Valencia en un escalón superior. En un fútbol cada vez más desigual, esta carencia puede volver a convertirse en un lastre.
Confianza renovada en el vestuario (positivo)
Pese a los altibajos, la plantilla transmite otra energía. El grupo ha recuperado confianza y el ambiente es más sólido que hace un año. Esa cohesión puede ser la llave para competir mejor en partidos ajustados y para que los jugadores más jóvenes den un paso adelante bajo un entorno de mayor seguridad.
Preocupaciones en el juego (negativo)
El último aprendizaje nos devuelve al césped: algunos aspectos del juego generan dudas. El equipo ha mostrado altibajos en la presión y, sobre todo, en las áreas. ¿Se ha perdido efectividad? Resolver esa incógnita será vital para que las buenas sensaciones no se queden solo en eso y se traduzcan en resultados.