Un Madrid - Valencia en el que todos estamos muy raros
Los tiempos que corren son muy duros, demasiado duros, y nos llevan a situaciones que parecían poco menos que imposibles

Posiblemente estemos ante el Madrid - Valencia más extraño de todos los tiempos, o al menos el más raro que recuerdo, y ya voy a por 51 castañas, que no es poco. Siempre que vamos al Bernabéu pensamos lo mismo, o parecido, pero siempre, al menos desde que tengo uso de memoria, y hasta cuando no hemos estado bien, hemos guardado la esperanza de pegar un pelotazo y lograr lo que casi nadie pensaba que podíamos lograr.
Esta vez no tengo esa sensación en el entorno, en absoluto, sino más bien una especie de angustia vital, un desear que sea algo rápido y sin dolor y a pensar en otra cosa. Hay quien tira de sentido práctico a más no poder y ve en esta forma de actuar lo más sensato para como estamos, y ciertamente, visto lo visto, no puedo discutirle, ni al que piense de ese modo ni tampoco al míster, al que hay que aplaudirle la gestión y que nos haya sacado de donde estábamos, aunque no hemos conseguido nada, nadando y guardando la ropa respecto a los jugadores que debían jugar y no.
Creo que va a ser la primera vez en mi vida que me ponga a ver este partido sin estar nervioso, ansioso, pensando en cómo puede ser el partido, en qué debemos hacer bien, en qué no debemos hacer mal, en cómo pasan los minutos, en el árbitro…
Es la primera vez y no me gusta, no me gusta nada, y aunque por supuesto que lo veré y entiendo que algo de todo aquello sentiré, sé que no va a ser lo mismo, y que no quiero que esto dure más, porque no es justo para el valencianismo. Y ojalá que estas palabras me las tenga que tragar una detrás de otra el sábado por la tarde, nadie estará más feliz que yo.