¿Quién demonios duda de que Mestalla es el estadio más bonito del mundo?
Saber que es un lugar maravilloso no quita que se pueda pensar que el futuro, por muchas cosas, pasa por el Nuevo

El Valencia tiene, con Mestalla, el campo más bonito del mundo. Eso no admite discusión alguna. Con sus muchas imperfecciones debidas al paso del tiempo, con todo lo que muchas veces hace que nos quejemos, pero es precioso, es nuestro campo, es, de alguna manera, nuestra vida, porque nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros, y nuestros hijos, no hemos conocido más casa que esa.
Este debate, que no tendría que existir, es que no aguanta un asalto. Su verticalidad, sus formas particulares, su estructura que, de alguna forma, es centenaria a pesar de las reformas. Recuerdo los tiempos, no tan lejanos, en los que a ese campo le llamaba el “bunyol de Paco Roig”, y se le dijo de todo.
Y la única diferencia que hay entre ahora y cuando se inauguraron todas las gradas de la última ampliación es que todo está pintado de negro y naranja, nada más. Lo vamos a echar de menos, por supuesto, de hecho, de alguna forma, lo llevamos despidiendo desde hace años, porque sabemos, y así se dejó claro en 2006 ante la oposición de nadie, que el futuro era el Nuevo Mestalla.
Lo vamos a poder disfrutar hasta 2027, 105 años nada menos, y a partir de ese momento escribiremos nuevas historias, nuevas leyendas, y nosotros, el valencianismo, le dotaremos de esa mística que tiene el de toda la vida, porque al final, y eso conviene no olvidarlo, los que le damos vida, fuerza, energía… Sé que van a ser años duros, me temo que no sabemos cuánto, pero es un proceso que comenzamos a andar hace mucho, y que sabíamos que no tenía vuelta de hoja.